lunes, 27 de abril de 2020

Evocando tiempos pasados.


Muchos de los recuerdos más extraordinarios de nuestras vidas son momentos compartidos; son pedacitos de mágica complicidad con personas extraordinarias. Fueron, son y serán momentos felices que agradecemos y que a su vez nos dan fortaleza en instantes difíciles. Es posible lamentar que no se sucedan con más frecuencia esos momentos de perfección absoluta, lo único que debemos hacer, es agradecerlos.
Cada vez son más las personas que afirman que la felicidad se compone de pequeños momentos, pero pocos se toman la molestia de explicar qué significa esto realmente, y cuál es la profundidad que alcanza dicha revelación, Sin embargo, estos momentos, son determinantes en nuestro quehacer diario, hasta tal punto que hay quienes saben dosificarlos para cuando esos momentos se nos presenten, estar preparados para abrir un ámbito y disfrutar de esos espacios.
Sí es cierto que todos tenemos vidas muy ocupadas. Pero es importante ser capaz de tomarnos al menos un momento cada día en el que no hagas nada más que pensar. Guarda tu móvil, ve a algún lugar donde puedas estar solo y reflexiona sobre aquellos días que pasaron y lo que pudiste aprender de ese pasado.
No siempre nos gustan los estilos de momentos espectaculares, capaces de improvisar o irrumpir solo buscando momentos apoteósicos. Seguramente aparecerán en nuestra vida momentos en que creemos que esa tristeza la cual nos embarga, suele ser eterna. Ante todo, los buenos momentos ni son fáciles ni frecuentes, ni ocurren con cierta prestancia. Son muy exigentes con las situaciones, con las circunstancias, ni tampoco se presentan con frecuencias. A veces cuando menos lo espera, pasan los mejores momentos de tu vida, siendo tal, que jamás puedes olvidarlos.
En ocasiones, dejamos de lado el momento presente para experimentar un pasado que nunca se fue. Es como si nos diera miedo de soltar los recuerdos que una vez fueron tan importantes para nosotros. Esto puede hacernos mucho daño y evita que podamos disfrutar del ahora y seguir hacia delante.
Con toda seguridad, hay un lugar de nuestra memoria en donde están impreso el recuerdo de aquellos momentos, ellos hicieron volver a sorprendernos a nosotros mismos, pensando que esos momentos que vivimos, nunca jamás podrían ser recuperado: como la lectura de un libro, asistir a un concierto, la llegada de una nueva primavera, la recuperación de aquella amistad perdida, etc., etc.
Hay quien ni pueden recuperarlos, ni tal vez sabrían reconocerlos. Pero siempre debemos tener espíritu libre, luminoso, y exento de rencores. Los buenos momentos de nuestra vida son perlas, en lo que uno se reconforta, cobrando fuerzas y razones para seguir adelante.
Tengamos siempre presente que nuestra memoria nos proporciona un bagaje de recuerdos y experiencias vividas que configuran nuestra personalidad y nos hacen ser quienes somos.

      Meditación: Nuestro pasado nunca está donde creemos que lo dejamos.

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