Cuando se pierde
la ilusión es como dejar de vivir, no a hay nada que te reconforte, ni nada que
aparentemente te ilusione. Es como si hubieras dejado parte de tu vida
aparcada, sin fuerzas para poderla poner de nuevo en marcha. Es un sentimiento de pérdida de motivación
ante todas las circunstancias que la vida nos ofrece. Todo nos parece sin
sentido, diciendo. Ya ¿para qué? No espero nada de la vida.
Aunque sacando
fuerzas de donde no hay, nosotros mismos nos decimos; tengo que “levantarme” no
puedo seguir así. Ya no tiene sentido seguir así. Y la pregunta que
automáticamente nos viene a la mente es la siguiente ¿Cómo puedo recuperar la
ilusión?
Si nos ponemos a
pensar, encontramos mil maneras de desarrollar una nueva actitud de forma
constructiva, para poder superarme. Pero a veces. ¡Es tan difícil! En estos
casos es de suma importancia acudir al optimismo inteligente que surge de la
corriente positiva y se define de cómo ir observando objetivamente la corriente
que la vida nos ofrece día a día. Todo esto escribirlo es relativamente fácil,
lo complicado es llevarlo a la práctica diariamente. Sí, sé que me vas decir:
“todo depende de ti” Tu eres el único que puedes cambiar. Volver a tener
ilusión, sólo depende de uno mismo, de tomar conciencia de que la resignación
es como decía Honorato de Balzac, “La resignación es morir un poco
cada día”
Solo deseo estar
con mi soledad, y al mismo tiempo luchado para que nadie a mí alrededor me lo
note. ¡Nada fácil! Primeramente, porque ellos no entiendo que esté a así
y sin quererme hacer daño me “machacan” ofreciéndome proposiciones de todo
tipo: laborales, artísticas, de colaboración, etc.,
Volver a tener
ilusión, es observar más entusiasmo por mejorar la situación personal y sobre
todo a mejorar el entorno en que nos encontramos ante los demás. Solo cuando
nos ocurre algo muy grave como la pérdida de un ser querido, es cuando
observamos aquello que manteníamos día a día
A veces pienso que
debemos ser conscientes del regalo que es vivir cada día. Las cosas más
preciadas no pueden fabricarse con las manos, ni pueden comprarse con dinero,
¡se construyen con el corazón! Pienso que todos los días tenemos motivos de
agradecimiento. Siempre a todos mis amigos suelo decirles “que se cuiden y que
sean felices” Es tremendo el dolor que se experimenta cuando ni siquiera se
dignan contestar pareciendo que le hemos hecho un tremendo desagravio. Nada nuevo estoy diciendo, pero no somos lo
suficiente valiente en muchas ocasiones para corresponder a lo que a veces
sentimos por ellos.
Todo
lo que hacemos con pasión tiene mucha fuerza de salir adelante, que las que
hacemos de forma rutinaria. Para abandonar ese sentimiento de culpa, hace
tiempo que dejé ese tratamiento, reconozco que puede estar bien o mal, sean
blancas o negras. Pero he de aceptar que “todo está como está” y que cada
persona da lo mejor que puede dar en cada situación. He de asumir que no estar
acertado no es un problema, no implica nada que haya que arrepentirse, pero
jamás debe llegar al desprecio; pienso que al menos pueda convertirse en
una ayuda para aprender.
Meditación:
La constancia es una virtud, pero al mismo tiempo una maldición, cuando la
sinrazón de hace imperante.
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