jueves, 16 de enero de 2020

Los deseos.


           Casi siempre, luego de los deseos de dinero, vienen los deseos de poder. Entonces vemos que mucha gente comienza a evolucionar. Aunque todo se suele enfocar hacia los deseos físicos y hacia los deseos de riquezas. Todos son deseos que comienzan con el poder. Luego vienen los deseos del amor.
            Si nos preguntamos si estamos viviendo en función de un proyecto de vida personal decidido, o si más bien actuamos siguiendo el dictamen, de la sociedad. Podríamos decir que en nuestra mente se encuentra almacenada toda una serie de archivos con información referente a determinadas formas de comportamientos que debemos mantener en nuestra vida.
            Sin embargo, aunque la información que contienen estos archivos, están totalmente desactualizados, y en muchas ocasiones lo seguimos manteniendo operativos sin realizar ningún tipo de revisión acerca de un sentido idóneo. Por eso es importante que aprendamos a detectar la existencia de nuestros deseos.
            Cuando un deseo es una pauta en nuestro interior y no se corresponde con el propio deseo o necesidad personal, irremediablemente, cada vez que tratamos de comportarnos en función de su mandato aparecerá una pugna en nuestro interior; por un lado, nuestras necesidades personales más genuinas y, por otro lado, las exigencias sociales que hemos introducido.
            Como todos los organismos el hombre se conduce de forma que necesita cosas que no posee y que le hacen falta para existir. La carencia de éstas provoca desequilibrios y tensiones. Una vez conseguido, esa inquietud descansa. Nuestros deseos recuperan el equilibrio interior que eventualmente han sido alterado por la falta de lo necesario, cesando esa búsqueda.
            Es importante señalar que, en ocasiones, al estar una persona tan identificada con un deseo y no tener apenas contacto con sus necesidades personales, la tensión de esa pugna interior no se manifiesta en su dinámica personal a través de un intenso interés, sino por medio de sentimientos de apatía, cansancio desmotivación y falta de energía vital.
            Si estamos bajo de autoestima, nos resultará difícil perseguir necesidades se supervivencia. Pero esas necesidades y deseos menos vitales parecen pocos importantes, especialmente si chocan con lo de otras personas. Además, solemos identificar necesidades como meros deseos, descuidando la verdadera satisfacción personal.
            Pensemos que estamos comportándonos de una forma irregular, sacrificando nuestro confort con los demás; pero en realidad somos nosotros verdaderos mártires debido a nuestra baja autoestima. En estos casos la línea divisoria entre necesidades y deseos varía en cada persona. A veces necesitamos absolutamente hablar con alguien sobre un problema personal inquietante, mientras que otras a veces el mismo problema parece menos apremiante, algo que deseamos resolver, pero se puede posponer para más adelante. Para recuperar nuestro verdadero yo e impedir que tengamos una personalidad fragmentada, hemos de dividir entre lo que queremos y lo que quieren los demás, es fundamental aprender a cuestionar, con un espíritu crítico y constructivo, nuestros deberes, creencias, deseos, actitudes y valores personales.
            Esta es la mejor forma de vivir, guiados por un auténtico proyecto de vida personal y no por nuestros deseos, a veces infantiles.

Meditación: Nada cuesta más, que aquello que se desea.

2 comentarios:

  1. Gracias Susana por leerme, y piensas lo hermoso que es desearle algo lindo a alguien en silencio, y ver como la vida se lo cumple en voz alta, al mismo tiempo que todo deseo estancado es un “veneno”

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