¿Quién no ha
estado ilusionado en su vida en alguna ocasión? Siempre en algunos momentos se
nos ha presentado ese estado de motivación, por el que a través del cual nos
hace sentirnos con sensaciones, pensamientos y actitudes positivas. Sí, es
verdad que, para sentirlas, debemos permitirnos “soñar” haciendo necesario
deshacernos de excesos de obligaciones y poner en juego el sentido personal del
instinto y la fantasía. La ilusión forma parte de la vida y de nuestro comportamiento,
incluyendo conductas y actitudes.
Sé
que la vida es tremendamente despiadada y nos hace perder la ilusión a cuantos
actos nos propongamos, pero todo es consecuencia de la falta de motivación que
nos da como resultado la no consecución de nuestros objetivos. Este hecho puede
asociarse con los auténticos problemas personales de ansiedad y de tristeza.
Pensemos siempre que cada etapa de la vida viene marcada tanto por una ilusión,
como por un reto a superar. Solo se trata de una polaridad en la que todos
estamos inmersos, y para poder vencerla es necesario cubrir las necesidades que
esos momentos se nos plantea.
Es
muy frecuente decir: “yo he perdido toda ilusión en esta vida” Proponte
no llegar a esta situación, dependiendo siempre de tu motivación personal y de
las ofertas que se te presenten. La falta de ilusión es causa de ausencia de
motivación y sobre todo de la consecución de alcanzar nuestros objetivos. Todo
junto, puede asociarse con nuestros problemas emocionales como anteriormente
decía a través de la ansiedad y la tristeza. El problema es que algunas
ilusiones no son tan genuinas como aparentan ser, sino que vienen inducidas
por lo que se esperan de ellas.
Consideremos
siempre que el ser humano por naturaleza no puede vivir sin ilusión porque
entonces nuestra existencia se transformaría en un cúmulo de obligaciones sin
sentido, de esfuerzos malgastados, de insatisfacciones, que terminarían
agotándonos. Por eso, perder la ilusión es como estar desestabilizado,
perdiendo la fuerza que nos hace vivir con seguridad. En general las ilusiones
en todo momento de nuestra vida, deben construir el eje que nos pueda dar
sentido a nuestra existencia.
Una
de la manera más frecuente de perder la ilusión es, prácticamente, llenar
nuestro día a día de obligaciones, a veces innecesarias, anteponiendo todo a
aquello que nos “obligamos” a realizar. Cuanto más rígidos seamos respecto a
cómo tenemos que hacer las cosas, más prisioneros seremos de nuestros actos. A
veces deberíamos cerrar los ojos y “ver” las cosas con otro sentido, para poder
recuperar esa ilusión y poder llevar a cambio esos momentos que añoramos en la
vida, llegando a conseguir nuevos hábitos para conseguirlos.
Generalmente
siempre pensamos que cada persona quiere la máxima ilusión y para ello su
destino es gozar de una vida cómoda, sencilla y segura, mientras que otras
necesitan ilusionarse constantemente con cosas nuevas y diferentes para
sentirse satisfechas. Cada persona tiene una forma de vida y ninguna es mejor
que otra. Por eso recuperar la ilusión debe convertirse en una obligación,
porque si no nos lo tomamos así, seguiremos sumidos en eso de “debería haber
hecho”.
Meditación:
No rechaces tus sueños. ¿Sin la ilusión el mundo qué sería?
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