Siempre debemos
tomarnos el suficiente tiempo para tomar una decisión, puesto que ésta nos
puede presentar una situación definitiva en nuestra vida. Diariamente nos
encontramos con situaciones donde debemos optar por algo, pero no siempre
resulta sencillo. Tomar buenas decisiones es un auténtico arte y hay muchos
factores que nos influyen a la hora de tomar una correcta determinación.
Algunas personas tienden a decidir “si” casi
siempre, mientras que otras optan por el “no”. Esto nos puede llevar el mismo
tipo de decisión, pero nunca nos ayudará a crear nuevas posibilidades. En
verdad estamos tomando decisiones constantemente, muchas veces sin darnos
cuenta, pero muchas otras, enfrentándonos a elecciones que van a determinar
nuestro futuro. Vivir significa elegir; pero nunca, inmovilidad y
bloqueo. Cada vez que proyectamos nuestro futuro en cualquier ámbito de la
vida, se abren ante nosotros un sinfín de posibilidades, y no hacer ninguna
elección, supone no progresar… en ninguna dirección.
En la vida pasamos
por determinados momentos, en que nuestro corazón influye ante la realidad y
nos expone una respuesta que damos por medio de nuestras reacciones. A veces
son difíciles de tomar y pueden llevarnos a situarnos ante un serio conflicto,
pero en esos momentos creemos que es lo más acertado, no haciéndole caso al
análisis premeditado. Nuestras vidas están llenas de momentos en las que es
necesario tomar decisiones. Aunque nunca estaremos libres de que nos surja un
conflicto, al cual debemos hacerle frente, ya que así nos lo dictó nuestro
corazón, pero no por eso deberíamos arrepentirnos. No es una
terea sencilla, y deberíamos vivirla con gratitud, desbordando ese afecto, que
nos permita liberarnos de los llamados “miedos a equivocarnos”
Así decimos que
optar por un camino, implica casi siempre perder otro, es decir, sencillamente,
saber renunciar. Es algo que hacemos constantemente cuando procedemos con
nuestras rutinas diarias. Casi siempre
estamos acostumbrados a tomar decisiones basadas en la razón, y en datos ya
preestablecidos, simplemente por la costumbre de tropezar con las malas
decisiones que la vida nos presenta, pero cuántas veces damos gracias por haber
tomado esas decisiones que el corazón nos dijo acertadamente en un momento
puntual.
También es muy
frecuente estar sometido al riego del fracaso. La sociedad en que nos movemos
nos enseña que, si nos equivocamos en tomar una decisión, termina siendo un
fracaso, ya que no estamos acostumbrados a ver los errores como fuentes de
aprendizaje, sino como el origen de algo vergonzoso. Existen momentos o
determinadas situaciones en que podemos tener suerte y las cosas se “resuelven
solas”, pero el tiempo, no nos suele poner fácil. Es esa situación
cuando quedamos desorientados sin saber a qué atenernos. Tengamos en cuenta que
tomar decisiones a corto plazo el problema parece estar resuelto, sin embargo,
a largo plazo puede tener soluciones más acertadas. Aunque en la vida hay
muchas cosas que se escapan a nuestro control, ya que siempre podremos decidir
algo sobre ellas. Por lo general, respetamos más a las personas que son capaces
de tomar sus propias decisiones, es decir; de asumir errores y de intentar
conseguir lo que se proponen. No olvidemos que los errores traen lecciones, y
el hecho de decidir algo para luego, que no nos gusta, es también una valiosa
lección, ya que todo nos ayudará a superarnos mejor.
Meditación:
Las peores decisiones en la vida son las que tomamos basándonos en el miedo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario