sábado, 12 de octubre de 2019

Decidir, pero sin prisa.


Siempre debemos tomarnos el suficiente tiempo para tomar una decisión, puesto que ésta nos puede presentar una situación definitiva en nuestra vida. Diariamente nos encontramos con situaciones donde debemos optar por algo, pero no siempre resulta sencillo. Tomar buenas decisiones es un auténtico arte y hay muchos factores que nos influyen a la hora de tomar una correcta determinación.
  Algunas personas tienden a decidir “si” casi siempre, mientras que otras optan por el “no”. Esto nos puede llevar el mismo tipo de decisión, pero nunca nos ayudará a crear nuevas posibilidades. En verdad estamos tomando decisiones constantemente, muchas veces sin darnos cuenta, pero muchas otras, enfrentándonos a elecciones que van a determinar nuestro futuro. Vivir significa elegir; pero nunca, inmovilidad y bloqueo. Cada vez que proyectamos nuestro futuro en cualquier ámbito de la vida, se abren ante nosotros un sinfín de posibilidades, y no hacer ninguna elección, supone no progresar… en ninguna dirección.
En la vida pasamos por determinados momentos, en que nuestro corazón influye ante la realidad y nos expone una respuesta que damos por medio de nuestras reacciones. A veces son difíciles de tomar y pueden llevarnos a situarnos ante un serio conflicto, pero en esos momentos creemos que es lo más acertado, no haciéndole caso al análisis premeditado. Nuestras vidas están llenas de momentos en las que es necesario tomar decisiones. Aunque nunca estaremos libres de que nos surja un conflicto, al cual debemos hacerle frente, ya que así nos lo dictó nuestro corazón, pero no por eso deberíamos arrepentirnos. No es una terea sencilla, y deberíamos vivirla con gratitud, desbordando ese afecto, que nos permita liberarnos de los llamados “miedos a equivocarnos”
Así decimos que optar por un camino, implica casi siempre perder otro, es decir, sencillamente, saber renunciar. Es algo que hacemos constantemente cuando procedemos con nuestras rutinas diarias.  Casi siempre estamos acostumbrados a tomar decisiones basadas en la razón, y en datos ya preestablecidos, simplemente por la costumbre de tropezar con las malas decisiones que la vida nos presenta, pero cuántas veces damos gracias por haber tomado esas decisiones que el corazón nos dijo acertadamente en un momento puntual.
También es muy frecuente estar sometido al riego del fracaso. La sociedad en que nos movemos nos enseña que, si nos equivocamos en tomar una decisión, termina siendo un fracaso, ya que no estamos acostumbrados a ver los errores como fuentes de aprendizaje, sino como el origen de algo vergonzoso. Existen momentos o determinadas situaciones en que podemos tener suerte y las cosas se “resuelven solas”, pero el tiempo, no nos suele poner fácil. Es esa situación cuando quedamos desorientados sin saber a qué atenernos. Tengamos en cuenta que tomar decisiones a corto plazo el problema parece estar resuelto, sin embargo, a largo plazo puede tener soluciones más acertadas. Aunque en la vida hay muchas cosas que se escapan a nuestro control, ya que siempre podremos decidir algo sobre ellas. Por lo general, respetamos más a las personas que son capaces de tomar sus propias decisiones, es decir; de asumir errores y de intentar conseguir lo que se proponen. No olvidemos que los errores traen lecciones, y el hecho de decidir algo para luego, que no nos gusta, es también una valiosa lección, ya que todo nos ayudará a superarnos mejor.

Meditación: Las peores decisiones en la vida son las que tomamos basándonos en el miedo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario