lunes, 8 de julio de 2019

¡Qué nos gusta agradar!


Es cierto que nos esforzamos por ser aceptados y reconocido por los que nos rodean… Sin embargo, ¿qué sucede cuando nuestro carácter, prioridades o ideas no encajan con las de alguien? Muchas personas buscan la aprobación de su entorno con desesperación. Sin ella son incapaces de tomar decisiones, de elegir por sí mismas sin dudar y de sentirse seguras con sus elecciones. El problema es que esto destruye la propia autoestima poco a poco, además de que intentar gustar y agradar agota.
Deberíamos asumir que es mucho más rentable comprender que no podemos gustar a todo el mundo, y centrarnos siempre en las personas que sí nos entienden y nos aprecian. Así, cuando intentamos gustar y agradar a los demás lo que recibimos, en la mayoría de las ocasiones, es rechazo. Un rechazo que nos duele y que choca con la creencia de “si soy como los demás, más me querrán” Esta disonancia entre creencias, y suposiciones es la respuesta que recibimos, haciendo que nuestro pesar y sufrimiento se incremente.
Existen personas que pasan mucho tiempo dedicando muchos esfuerzos en conseguir agradar a los demás. Los intentos por dar una buena imagen, para ser aceptados, valorados y queridos por los demás, llegan a convertirse en una verdadera obsesión que, cuantas veces nos conducen hacia conductas de límites muy peligrosos. Pero, ¿por qué es tan importante agradar a los demás? No cabe duda que todo radica en sentir la necesidad extrema, casi enfermiza de ser aceptados por los demás. Todas las personas tienen necesidad de pertenecer a un grupo social y ser aceptados por el mismo.
En algunas personas, esto es innato ante sus formas de ser, y sólo unos pocos afortunados tienen la dicha de manifestarse de una forma agradable, a veces por su presencia, su forma de expresarse y a veces sólo por su forma de hablar implican todo un conjunto de cualidades, llegando a establecer una forma de irremediable atracción, las cuales no son ni más ni menos, sistemas de cortesía que generan ante los demás situaciones  agradables, proporcionando ante sus semejantes un estado de atracción y confianza. Debemos presentarnos ante los demás, de una forma natural, y sin apenas darnos cuenta nos mostramos con una percepción limpia de perjuicios, situándonos en todo momento y acompañado de una actitud liberadora; por tanto, también “eso” es un atractivo físico, el cual siempre estará a nuestro favor, Aparentar de forma sencilla, no es tan fácil como parece, debido a que siempre debemos actuar de forma natural y nunca ante una actitud fingida.
Pensemos que siempre debemos ser apreciado no por nuestro atractivo físico, sino por nuestra condición personal, por nuestra forma de ser y, sobre todo, manifestarnos con auténtica sencillez ante los demás, no perdiendo el tiempo en buscar segundas intenciones o significados en actitudes simuladas. Posiblemente, la manifestación y la forma más clara de un buen atractivo de agradar, es el más claro exponente de tu sencillez, ya que tú forma de ser, sólo la encontrarás en tu propia condición personal ante los demás.
Consideras que las comparaciones son uno de los principales enemigos de la felicidad, ya que, como se dice: “no podemos ser otra persona” y casi siempre con el agravante de que a menudo tratamos de compararnos con los de “arriba”, lo cual nos lleva a la frustración.

Meditación: Tenemos la sensación de qué si no gustamos a todo el mundo, no seremos aceptados.

2 comentarios:

  1. Muy interesante, la reflexión. Si tienes tiempo,te aconsejo que investigues algo sobre "eneagrama". De refilón,pero está relacionado co éste post

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  2. Gracias por tu recomendación, intentaré profundizar sobre dicho gráfico, a fin de conocer más sobre los eneatipos de personalidad. Saludos.

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