De hecho, siempre
desconfiamos. No sabemos, por qué. Pero siempre actuamos así. Quizás sea porque
la vida no nos proporciona esa seguridad que necesitamos. La verdad es que
siempre decimos: ¡No me olvido, pero no me fío! ¡No las tengo “todas conmigo”!
¡Y si me están engañando!, etc. Reconozco que a veces no tenemos la claridad
suficiente para enarbolar la bandera de aquello que deseamos. Por otra parte,
llegamos a una etapa de la vida en la cual vamos acercándonos a una edad determinada
en la que predomina un estado de desconfianza ante cualquier eventualidad.
Obviamente a todos
nos gusta demostrar que somos sinceros, pero también es lógico que lo
demostremos interiormente. Hemos de asumir la realidad y demostrarla, aunque
pueda resultar difícil o embarazoso, pero contemos con la confianza de los
demás, aunque de sabido es, que la perfección no existe y todos podemos
equivocarnos.
No se trata de
asumir plenamente todo lo que nos digan, pero no sumergirnos en la desconfianza
y nos vemos envueltos en continuas etapas que no nos dejan vivir. La mejor
manera de sentirse bien es ser claro y transparente, La manipulación siempre
nos pasa factura, en cambio la autenticidad, genera confianza, puesto que nos
da lugar a seguridad. Si aceptar las disculpas es lo que necesitas para volver
a confiar, ¡inténtalo! Quizás entonces lo veas claro, o es posible que
necesites pedir promesas sobre el comportamiento futuro; aunque no confíes
plenamente.
Cuántas veces ese
estado se nos presenta de forma sistemática, negando la propia veracidad de lo
que nos rodea, presentándose como un trastorno de desconfianza crónica, sólo
admitiendo tus propias decisiones. ¿Será
que tu soledad o tu estado de autonomía es la que te hace experimentar ese estado
de desconfianza ante los demás? Uno de los conceptos más intuitivos es
nuestra propia soledad, haciendo que perdamos nuestra propia seguridad,
viéndonos envueltos en una auto desconfianza que poco a poco nos domina,
atenazándonos ante todo lo que nos rodea de forma regular. Sé que es difícil
entenderlo, pero hace que nos veamos vinculados en un estado permanente de
tristeza, desamor y negatividad. Todo eso hace que desconfiemos hacia lo que
realmente no conocemos.
Deberíamos alejarnos
de lo que no vale la pena y centrarnos sólo en lo importante, en lo valioso, y
estar siempre preparado para realizarlo. Hay personas que, ante esa actitud de
desconfianza, son incapaces de olvidar, y todo lo ven como insultos, desprecios
de los cuales creen haber sido objeto. La desconfianza siempre nos afecta de
alguna manera de forma devastadora, puesto que el principal “patrón” para
llegar a superarla, es la propia confianza en uno mismo. Si no piensas en tu
propia seguridad, y piensas que tu actitud es valiosa, tu auto confianza no
podrá aumentar.
Cuando tus
“sueños” nacen y te sientes feliz, es decir lleno de entusiasmo, pero al mismo tiempo empiezas a sentir desconfianza y los obstáculos se acentúan, cundiendo el
desánimo, parece como si todo se “cerrará” ante ti, diciendo: ¡Todo me sale
mal! Es entonces, cuando debes seguir adelante, poner en marcha toda tu
capacidad de confianza, sobre todo en ti mismo y sobreponerte a las
adversidades, viendo que todo es posible si lo intentas. Piensas que no son las
cosas, ni los que te rodean, es tu propia inseguridad y tu permanente desconfianza
la que no te hará conseguir aquello que deseas alcanzar.
Ten por seguro que,
tener confianza en ti mismo forma parte de tu bienestar, de tu satisfacción personal
y todo se vuelve necesariamente para mejorar tu propia vida.
Meditación:
Para que una relación funcione, ya sea de amor o amistad: la confianza debe ser
lo primero a tener en cuenta.
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