Cuántas veces
nos hemos dicho: ¡caramba, yo no desearía ser así! Pero siempre vuelvo a
comportarme de la misma forma y manera. A pesar de meditar y decirme
interiormente a mí mismo: entonces, ¿Por qué actúo así? Posiblemente no sea tan sencillo, y tengamos
que buscar en nuestro interior, debido a que la raíz de ese comportamiento
tiene esas características.
La
reflexión sobre dicha cuestión tan problemática e inquietante, se debe a que no
sabemos mantener el control de un estado de calma interior, ya sea solo o en
compañía. Quizás lo consiga junto a una persona madura y equilibrada, con el fin
de detener las causas que te impida ese desequilibrio
y pueda contribuir ese problema
negativo, que te hace ver siempre las cosas de formas equivocadas.
¡Todos podemos
cambiar!, sólo hay que desearlo, proponérselo y luchar por ello. Seguramente no
es instantáneo, lleva un proceso más bien largo y fastidioso, pero merece la
pena. La pregunta consiste en: ¿podremos conseguirlo? O ¿por dónde empezar?
Todo consiste en ir orientándonos y proporcionarnos una visión más optimista y
positiva de lo que nos sucede.
Es justo
reconocer que estamos ante una tarea complicada; pero posible. Ante esto
debemos tener en cuenta que muchos de nuestros comportamientos habituales y
manera de reaccionar lo son debido a que venimos repitiendo durante mucho
tiempo esa manera de reaccionar, frente a diversas situaciones. Pues bien,
aunque sean reacciones y comportamientos muy arraigados y automatizados, igual
que los hemos aprendido y repetido hasta hacerlos nuestros, podemos hacer cosas
para modificarlos y aprender a reaccionar y actuar de otra manera alternativa.
Si las
circunstancias ante la cual nos encontramos tanto nos perjudica, pensemos que
debemos capacitar para realizar un cambio sustancial en nuestra vida, empezando
por sustituir aquellos pensamientos, sentimientos y actitudes desagradables por
una atención personal que haga que poco a poco nos vaya transformando.
Para ello es
necesario comprender que lo primero que hace falta es ponerse de acuerdo en qué
nuestra personalidad, es posible alterarla. En efecto nuestra forma de ser vine
junto a nuestra personalidad y determinada en parte por la herencia, pero
también es verdad que, fundamentalmente, podemos irla mejorando a través del
tiempo.
De esta forma
podremos ir convirtiendo las vibraciones destructivas del pesimismo y la melancolía
en vibraciones más sutiles y gratificantes, como las del optimismo, la
esperanza y la alegría. Al final lo que logramos es una relación cordial, en
que nos sintamos cómodos, satisfecho y sobre todo hacer que desaparezca el rencor.
Transformando
todas estas alternativas, nos permite hacer desaparecer todo lo negativo que
guardamos para que, de manera gradual, vayamos conectando con nuestro sentido
común y junto con nuestra racionalidad consigamos “sanearnos”. En vista de lo
anteriormente expuesto, podemos considerar que cualquiera puede cambiar su
forma de ser, empezando por modificar sus comportamientos, practicando lo
anteriormente dicho, llegando de esa manera a ser más sociable a base de
practicar la comunicación y la sociabilidad. De esa manera iremos modificando
nuestra forma de ser ante los demás, con el fin de conseguir lo que en cierta
manera deseamos.
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