Todos estamos a lo largo de nuestra vida
resentidos por algo o alguien por motivo de alguna acción, la cual nos ha hecho
sentirnos en ese estado. El resentimiento y la falta de perdón nos inmovilizan
y a veces no nos permite crecer como persona. Superar esta situación debe ser
una acción realizada por el bien de quien ha sido ofendido. No quiere decir que
esto implique reconciliación, pero al menos nos libera de las consecuencias
negativas que significa revivir una y otra vez los recuerdos amargos que a la
larga corroen todo lo bueno de nuestra vida.
Todos
llegamos a la edad adulta con más fortalezas que debilidades. Conocerlas nos da
el poder necesario para encontrar el verdadero camino de la vida. Poseemos
la gran capacidad de emulación de las conductas de nuestros educadores, con un
determinado nivel de inteligencia y de sensibilidad. Nacemos con las
maravillosas herramientas de la intuición y la creatividad, pero no todos
sacamos provecho de nuestro potencial.
Por
tanto el resentimiento solo sirve para envenenar a quien lo cosecha. Esa
actitud negativa va produciendo en nosotros un deterioro paulatinamente, no
sólo en la persona a nivel psicológico, sino también a nivel interpersonal.
Esto sin duda ocurre tanto a nivel de pareja como en amistades, que ven inundadas
sus vidas de sentimientos que muchas veces no expresan, no verbalizan y
simplemente acumulan ese resentimiento, provocando una gama impredecible de
negatividad dentro de sí mismo.
Debemos
crecer como personas, pero no motivadas por el impulso de la frustración o de
las deficiencias, puesto que el resentimiento propiamente significa, volver a
experimentar ese sentimiento especialmente doloroso. Aunque se entiende
generalmente en el sentido de rencor y sin perdón, a veces inconsciente de
envidia u odio, que se manifiesta en críticas, comentarios o insinuaciones que
desprestigian a la persona que es objeto del resentimiento.
En
ocasiones nos cuesta trabajo eliminar el resentimiento sin ayuda, pero si
recurres a esa persona que de verdad te aprecia podrás conseguir eliminar ese
estado que te atormenta. Su explicación está entre las cosas que
irremediablemente pasaron y las que no deberían haber pasado. De este modo,
siempre estaremos lejos de esos resentimientos que verdaderamente no martiriza
a través del recuerdo.
Seguramente
en alguna ocasión, como la mayoría de las personas has sentido esa mezcla de
rabia y frustración que se experimenta cuando, a tu juicio, un amigo te ha
defraudado en algo, y no quiere o no puede expresarle directamente tu
afectividad.
Sabrás
que ese resentimiento a la larga hace daño, y sin embargo no piensas
rectificar. Nunca olvides que la calidad no está en los hechos, sino en la
persona que hace esos hechos.
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