Cuando se va a
regalar, se piensa en la persona, sus gustos, sus deseos, lo feliz que se va a
sentir al recibir ese regalo. Al mismo tiempo, nuestro deseo consiste, en
acercarnos lo más posible a la satisfacción de quien lo recibe. Un regalo es
algo que se entrega sin pedir nada a cambio. Por lo general, se trata de
algún objeto que una persona le da a otra con la intención de felicitarla,
agasajarla u homenajearla.
Las mejores cosas
de la vida, son aquellas que se regalan con el alma, se reciben con el corazón
y se agradecen con una sonrisa. Pero si no las recibes con el corazón y ni
siquiera se agradecen. ¿De qué sirve esas determinadas acciones? Sólo para
hacer más daño y evitar que “aquellas” heridas jamás lleguen a cicatrizar a
través del tiempo. A veces surge la siguiente pregunta: ¿Era tan grave aquel
acto, para provocar tanto desprecio e indiferencia? Si lo meditas bien, aquel
“aviso”, sólo sirvió para beneficiarte. Regalar tiene muchos significados, el
más importante es que siempre estarás en la vida de esa persona cada vez que
recuerdes ese momento tan especial o vuelvas a verlo en cualquier momento a
pesar del tiempo en que lo recibiste, por lo que siempre nunca será borrado de
tu mente, y siempre estarás presente, lo importante que fuiste para aquella
persona.
Independientemente
del motivo por el que una persona recibe un regalo, es una regla de
buena educación agradecerlo. Si bien es cierto, que puede variar la forma
de dar las gracias por un regalo recibido, en función de la cultura y las
costumbres de cada lugar. El agradecimiento nos hace sonreír y aceptar todas
las bendiciones que nos suceden a diario y que otros pasan por alto. Esta es
una de las razones por las que el “ahora” nos alinea, sobre todo, porque nos
permite reconocer la luz que hay en todo, y que, a veces no es visible a
simple vista, pero sí, ante la mirada de un corazón agradecido. Desgraciadamente
vivimos en una sociedad en la que hay el convencimiento o la creencia de que
“somos sujetos de derecho” por tanto, nos lo merecemos y tenemos derecho a
todo, tanto en lo personal como en lo profesional, lo que implica que no
tenemos nada que agradecer. Es como si todo lo que los demás hacen por nosotros
fuera su obligación, y por tanto no hay nada que agradecer.
Cuantas veces
puede resultar que un simple objeto, pueda ayudar a conseguir una realización
personal, consiguiendo un bienestar interno, partiendo de que esa gratitud
pueda ser de una importancia excepcional para aquel que la ejerce. Pero ese
sentimiento de gratitud, no “llega” ante algunos corazones endurecidos por la
sinrazón y el desprecio. Pensemos que la gratitud no es humillante, la
gratitud llega a ser amable y a menudo mitiga la culpa, la aflicción, el
sufrimiento y las dificultades que estamos pasando. Sólo estimula la sensación
de conciencia y el profundo agradecimiento que hace valorar más a las personas.
Si realmente se tienen fuertes motivos para no
perdonar, hay que respetarlos. Pero a la larga, las preocupaciones, las
hostilidades y los resentimientos sólo sirven para hacernos daño a nosotros
mismo. Dice un refrán que “es de bien
nacidos ser agradecido”, lo que no dice es que, además de ser positivo para
los que nos rodean, la gratitud es una herramienta poderosa para sentirnos
bien, originando esperanza, amor, compasión, alegría y sobre todo, sentimientos
de felicidad.
Meditación:
A veces la vida nos hace regalos cuando ya no lo esperamos.
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