miércoles, 4 de diciembre de 2019

Los regalos.


Cuando se va a regalar, se piensa en la persona, sus gustos, sus deseos, lo feliz que se va a sentir al recibir ese regalo. Al mismo tiempo, nuestro deseo consiste, en acercarnos lo más posible a la satisfacción de quien lo recibe. Un regalo es algo que se entrega sin pedir nada a cambio. Por lo general, se trata de algún objeto que una persona le da a otra con la intención de felicitarla, agasajarla u homenajearla.
Las mejores cosas de la vida, son aquellas que se regalan con el alma, se reciben con el corazón y se agradecen con una sonrisa. Pero si no las recibes con el corazón y ni siquiera se agradecen. ¿De qué sirve esas determinadas acciones? Sólo para hacer más daño y evitar que “aquellas” heridas jamás lleguen a cicatrizar a través del tiempo. A veces surge la siguiente pregunta: ¿Era tan grave aquel acto, para provocar tanto desprecio e indiferencia? Si lo meditas bien, aquel “aviso”, sólo sirvió para beneficiarte. Regalar tiene muchos significados, el más importante es que siempre estarás en la vida de esa persona cada vez que recuerdes ese momento tan especial o vuelvas a verlo en cualquier momento a pesar del tiempo en que lo recibiste, por lo que siempre nunca será borrado de tu mente, y siempre estarás presente, lo importante que fuiste para aquella persona.
Independientemente del motivo por el que una persona recibe un regalo, es una regla de buena educación agradecerlo. Si bien es cierto, que puede variar la forma de dar las gracias por un regalo recibido, en función de la cultura y las costumbres de cada lugar. El agradecimiento nos hace sonreír y aceptar todas las bendiciones que nos suceden a diario y que otros pasan por alto. Esta es una de las razones por las que el “ahora” nos alinea, sobre todo, porque nos permite reconocer la luz que hay en todo, y que, a veces no es visible a simple vista, pero sí, ante la mirada de un corazón agradecido. Desgraciadamente vivimos en una sociedad en la que hay el convencimiento o la creencia de que “somos sujetos de derecho” por tanto, nos lo merecemos y tenemos derecho a todo, tanto en lo personal como en lo profesional, lo que implica que no tenemos nada que agradecer. Es como si todo lo que los demás hacen por nosotros fuera su obligación, y por tanto no hay nada que agradecer.
Cuantas veces puede resultar que un simple objeto, pueda ayudar a conseguir una realización personal, consiguiendo un bienestar interno, partiendo de que esa gratitud pueda ser de una importancia excepcional para aquel que la ejerce. Pero ese sentimiento de gratitud, no “llega” ante algunos corazones endurecidos por la sinrazón y el desprecio. Pensemos que la gratitud no es humillante, la gratitud llega a ser amable y a menudo mitiga la culpa, la aflicción, el sufrimiento y las dificultades que estamos pasando. Sólo estimula la sensación de conciencia y el profundo agradecimiento que hace valorar más a las personas.
 Si realmente se tienen fuertes motivos para no perdonar, hay que respetarlos. Pero a la larga, las preocupaciones, las hostilidades y los resentimientos sólo sirven para hacernos daño a nosotros mismo.  Dice un refrán que “es de bien nacidos ser agradecido”, lo que no dice es que, además de ser positivo para los que nos rodean, la gratitud es una herramienta poderosa para sentirnos bien, originando esperanza, amor, compasión, alegría y sobre todo, sentimientos de felicidad.
           
Meditación: A veces la vida nos hace regalos cuando ya no lo esperamos.

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