Desde que somos pequeños, es decir desde
nuestra concepción, nuestro cerebro está programado para la supervivencia y,
por ello, estamos siempre atento a lo negativo que nos pueda suceder. Verás, no
describo la realidad tal como es, sino que valoro todo aquello que no conocemos
ni controlamos como un potencial peligroso, de modo que siempre nos anticipamos
a lo malo que nos pueda acontecer de una manera automática, para de esa manera
siempre estar preparados para evitar el riesgo.
La
aproximación mental y emocional de cualquier situación, nos genera desconfianza
ante las dificultades que nos puedan sugerir, ya que éstas nos permiten estar
preparados ante cualquier respuesta solvente. Pensar y actuar de modo positivo
nos ayuda a afrontar esos momentos eficazmente, venciendo las dificultades de
la vida. Por tanto, no es rentable invertir tiempo y esfuerzo en aprender el
modo de elegir posibilidades, si no buscar soluciones indagando en los
problemas que nos aparecen en nuestro día a día.
En
realidad, la vida resulta bastante diferente a como la soñamos; pensándolo bien
no es una “autopista lisa y recta”, sino, es un camino roto y sinuoso,
en el que inevitablemente, tarde o temprano todos nos
encontraremos con problemas similares que nos aparecerán para fortalecer nuestra
convicción y enriquecernos. Sí, es cierto que, a través de nuestra existencia
padeceremos conflictos laborales, sufrimientos de pérdida de algún ser querido
o alguna ruptura afectiva, etc.
Las
dificultades son inherentes a la vida, sencillamente porque éstas a su vez, son
dinámicas, crecen, se desarrollan, se superan y al mismo tiempo van
realizándose desde nuestro interior, abriendo siempre nuevas posibilidades. La
tendencia natural es evitarlas y en ocasiones no está mal, que ellas sean parte
de nuestra vida, en cuyo caso debemos aceptarlas y asumirlas. Quizás nos imaginamos
aquello que deseamos, o la forma que nos gustaría que de alguna manera fueran;
en cierta medida, pueden ayudarnos a alcanzar nuestros objetivos, afrontando
las dificultades en nuestra vida, a fin de introducir cambios positivos.
Lo
realmente lamentable es ignorarlas, negarlas, o no afrontarlas; aunque
haciéndoles frente, dichas dificultades, nos ofrecen nuevos recursos, nos abren
posibilidades desconocidas y por tanto nos hacen más fuertes y temperamentales.
Todas las dificultades que la vida nos presenta, no tienen por
qué hacer que nos paremos, ni que nos detengamos en nuestro camino, sino que
cada nueva dificultad es un nuevo reto que, de la mano de un justo sentido común, podamos superar y vencer. Solo para
terminar, atisbemos una mirada optimista a los duros acontecimientos que
diariamente la vida nos presenta, y así con una actitud relajada, debemos
afrontar todo tipos de dificultades.
Pensemos que esas dificultades no
son más que “piedras” de apariencias negativas, pero de precioso mineral oculto
y, aunque nos “tiznen las manos”,
siempre debemos recogerlas con cuidado y no despreciarlas, puesto que es
posible que puedas sacar de ellas el oro que acumulan en su interior.
Meditación: Las dificultades de la vida no están para paralizarte,
sino para ayudarte a seguir adelante.
me gustas cuando callas y estas como en silencio y tus palabras me tocan y me convierto en verso
ResponderEliminarSon de pocas palabras tu comentario, pero muy hermoso, ya que me recuerda a uno de los versos de Pablo Neruda que dice: Me gustas cuando callas porque estás como ausente, y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca. Parece que los ojos se te hubieran volado y parece que un beso te cerrara la boca. Saludos.
ResponderEliminar