Y es cierto, si lo
miramos desde cualquier punto de vista, vivimos siempre bajo una continua y
persistente queja que diariamente nos hace la vida más molesta y preocupante.
De ahí ese tópico famoso que hasta las redes sociales nos advierten de que “al
fin viernes”, pensando en el respiro de un fin de semana. Aunque al mismo
tiempo ya nos estamos preocupando, que se nos viene el lunes de inmediato y
parece que se nos cae el mundo encima. Pues no digamos con el tiempo: “que si
con este calor no se puede vivir” o “llevamos toda la semana sin parar de
llover” o “este levante me deja el cuerpo, que no sirvo para nada”
Pensemos siempre
que nadie está exento de problemas y es lógico que nos quejamos, pero a veces
deberíamos tomar cierta actitud en la vida, puesto que tenemos que pensar que
las cosas siempre serán de la misma forma, y es absurdo estar molesto
continuamente, a pesar de que todos tenemos derecho a quejarnos. Sin embargo,
nos encontramos mal con todo lo que nos rodea. Es preocupante, ya que puede que
se convierta en un hábito, y es cuando vale la pena plantearse pensar ¿qué nos
ocurre?, será que nuestro estado adopta permanentemente síntomas de
disconformidad, o es posible que tengamos tendencia a culpar a los demás, o a
las circunstancias de lo que está ocurriendo y por eso nos quejamos de ello.
Existe un proverbio muy antiguo que nos dice: ¡Si no eres feliz con lo que
tienes, tampoco los serás con lo que te falta”
Cuántas veces nos
quejamos de forma sistemática, y no nos damos cuenta que el problema radica en
nuestra forma de funcionar. Por tanto, sería de vital importancia reconocer que
actuamos ante un comportamiento muy personal, y somos nosotros los primeros que
deberíamos dar el primer paso para poder cambiar los hechos, y salir de esas
continuas quejas iniciando una forma distinta de actuar y a la vez más
positiva. El problema de ese estado de malestar, a veces proviene de la
frustración que sentimos a ver que nuestras expectativas no se hacen realidad y
nos consideramos víctimas.
Mientras no
aceptemos dichos cambios y busquemos una nueva manera de vivirlo, las quejas siempre
nos acompañarán. No es que no tengamos derecho a quejarnos, pero si sólo nos quedamos
en la queja, no nos hacemos responsables de nuestras vidas. Las quejas sabemos
de ante manos que no resuelven nada, puesto que es una situación inoperante, es
decir no aportan ni resuelven soluciones, sencillamente es el recurso de los
que continuamente se sienten ante un estado de amargura, ya que no se atreven a
cambiar aquello que no les agrada, ni aceptan que nadie intente remediarlo.
Ante lo visto,
siempre existirán personas que continuamente prefieran quejarse en lugar de
cambiar las cosas. Me pregunto: ¿Es tú caso uno de ellos? Piensas que si no lo eres, no te
responsabilice de aquello que te ocurre, puesto que siempre te quedarás
instalado en el más continuo inmovilismo, aceptando como si no tuvieras otra
forma de conducirte a través de tu propia vida.
Obtener lo que queremos o deshacernos de lo que no queremos, ocupa gran
parte de nuestros pensamientos, llegando a ser, en ocasiones agotador. Pero
quizás sería interesante hacer un repaso a ese estado de quejas y hasta qué
punto están o no, bajo nuestro control, ya que muchas de las circunstancias que
la producen, es nuestra propia forma de vivir.
Meditación:
Mientras muchos de nosotros nos quejamos por estupideces, algunos luchan por un
día más de vida.
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