domingo, 20 de agosto de 2017

¡Mira que nos quejamos!

Y es cierto, si lo miramos desde cualquier punto de vista, vivimos siempre bajo una continua y persistente queja que diariamente nos hace la vida más molesta y preocupante. De ahí ese tópico famoso que hasta las redes sociales nos advierten de que “al fin viernes”, pensando en el respiro de un fin de semana. Aunque al mismo tiempo ya nos estamos preocupando, que se nos viene el lunes de inmediato y parece que se nos cae el mundo encima. Pues no digamos con el tiempo: “que si con este calor no se puede vivir” o “llevamos toda la semana sin parar de llover” o “este levante me deja el cuerpo, que no sirvo para nada”
Pensemos siempre que nadie está exento de problemas y es lógico que nos quejamos, pero a veces deberíamos tomar cierta actitud en la vida, puesto que tenemos que pensar que las cosas siempre serán de la misma forma, y es absurdo estar molesto continuamente, a pesar de que todos tenemos derecho a quejarnos. Sin embargo, nos encontramos mal con todo lo que nos rodea. Es preocupante, ya que puede que se convierta en un hábito, y es cuando vale la pena plantearse pensar ¿qué nos ocurre?, será que nuestro estado adopta permanentemente síntomas de disconformidad, o es posible que tengamos tendencia a culpar a los demás, o a las circunstancias de lo que está ocurriendo y por eso nos quejamos de ello. Existe un proverbio muy antiguo que nos dice: ¡Si no eres feliz con lo que tienes, tampoco los serás con lo que te falta”
Cuántas veces nos quejamos de forma sistemática, y no nos damos cuenta que el problema radica en nuestra forma de funcionar. Por tanto, sería de vital importancia reconocer que actuamos ante un comportamiento muy personal, y somos nosotros los primeros que deberíamos dar el primer paso para poder cambiar los hechos, y salir de esas continuas quejas iniciando una forma distinta de actuar y a la vez más positiva. El problema de ese estado de malestar, a veces proviene de la frustración que sentimos a ver que nuestras expectativas no se hacen realidad y nos consideramos víctimas.
Mientras no aceptemos dichos cambios y busquemos una nueva manera de vivirlo, las quejas siempre nos acompañarán. No es que no tengamos derecho a quejarnos, pero si sólo nos quedamos en la queja, no nos hacemos responsables de nuestras vidas. Las quejas sabemos de ante manos que no resuelven nada, puesto que es una situación inoperante, es decir no aportan ni resuelven soluciones, sencillamente es el recurso de los que continuamente se sienten ante un estado de amargura, ya que no se atreven a cambiar aquello que no les agrada, ni aceptan que nadie intente remediarlo.
Ante lo visto, siempre existirán personas que continuamente prefieran quejarse en lugar de cambiar las cosas. Me pregunto: ¿Es tú caso uno de ellos?  Piensas que si no lo eres, no te responsabilice de aquello que te ocurre, puesto que siempre te quedarás instalado en el más continuo inmovilismo, aceptando como si no tuvieras otra forma de conducirte a través de tu propia vida.  Obtener lo que queremos o deshacernos de lo que no queremos, ocupa gran parte de nuestros pensamientos, llegando a ser, en ocasiones agotador. Pero quizás sería interesante hacer un repaso a ese estado de quejas y hasta qué punto están o no, bajo nuestro control, ya que muchas de las circunstancias que la producen, es nuestra propia forma de vivir.


Meditación: Mientras muchos de nosotros nos quejamos por estupideces, algunos luchan por un día más de vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario