domingo, 29 de junio de 2014

Saber aceptar los hechos.

            La aceptación no es indiferencia. De hecho hacer como que algo no existe, o "resignarse" (entendido como claudicar), en el sentido de cruzarse de brazos, no es aceptar. Porque puedo adoptar una actitud pasiva ante aquello que se me presenta a causa de una negación, y en esta negación va implícito el rechazo. La aceptación de  resignad, como la de quien tolera algo que en el fondo no agrada, no es verdadera aceptación, en este caso se trata de una aceptación gozosa y que dice radicalmente “si” a lo que la vida nos depara.
           A menudo, sin embargo, existen situaciones que no despiertan alegría ni entusiasmo. Pero si podemos aceptarlas mejor con la realidad del momento. Puesto que la realidad se manifiesta a través de nuestra participación en ella, es como una aventura abierta y creativa.  ¿Cuántas veces, hechos que no podemos cambiar, alteran nuestro humor? ¿Qué gano luchando una y otra vez contra aquello sobre lo que no tengo control algunos?
         Aceptar dichas situaciones nos da la oportunidad de encontrarnos con nuestros objetivos y nuestros sueños, en lugar de quedarnos anclados en las “cosas” que no son como uno desearían que hubieran sucedido.
            Aunque reconozco que aceptar lo que hay, es siempre incómodo. E inútil. Es como un modo de evitar la plena presencia en el aquí y en el ahora. Por eso si aceptamos que esta es la realidad del momento, podemos  partir de esa aceptación, y actuar para transformarla.
            La aceptación, no la debemos comparar con el conformismo, puesto que la situación del conformismo es un problema recurrente en nuestra sociedad ya que las personas no ven ni buscan la manera de superarse, convirtiéndose en un problema que afecta a situaciones, generalmente por falta de progreso.
             Aunque parezca una utopía; siempre se debe aprender del pasado. Al centrarnos en las experiencias pasadas, se puede generar fortaleza personal para aprender acerca de las estrategias para aumentar la resistencia ante acontecimientos que parecen insuperables. Por eso aceptar el cambio, es parte de la vida. Algunas metas pueden no ser alcanzables como resultado de situaciones adversas. Pero aceptar las circunstancias que no se pueden cambiar, sí nos pueden ayudar a alterar determinados momentos vitales,  si  tenemos que aceptar esos momentos que la vida nos presenta.                  
             Comprendo que es inútil rechazarlos, aunque no queramos aceptarlos, y reconozco, como anteriormente decía, que son momentos difíciles para mantener un equilibrio mental que nos permita realizar una labor de servicio y satisfacer al mismo tiempo la imperiosa necesidad de la vida diaria, pero también son momentos de inspiración para continuar la entrega, con más esfuerzo y más humildad. Es como esos momentos que nos permiten alcanzar cierto grado de esperanza.
             Para aceptar esos hechos que diariamente nos ocupa la mente es necesario: serenidad para aceptar lo que no se puede cambiar, coraje para cambiar lo que sí se puede y sabiduría para encontrar el rumbo a una nueva vida.

 Meditación: Si una persona no te demuestra con hechos lo que dice, no vale la pena creer en sus palabras.

jueves, 26 de junio de 2014

Todo depende de tí.

          Infinidad de veces nos encontramos ante situaciones en las que pensamos que no tenemos ningún tipo de salida. Nos sentimos atrapados y no somos capaces de vislumbrar ninguna alternativa. Sobre todo cuando vivimos obsesionado con el placer y el individualismo, resulta paradójico que nos cueste disfrutar de una felicidad estable.
            En la vida pasamos por verdaderas situaciones en la que nos es difícil encontrar el camino adecuado para poder continuar. En estos casos el ingenio para sobreponernos es lo que cuenta. Tanto si se trata de aprobar un examen, cómo de vencer una grave enfermedad, o superar una ruptura, en definitiva si te lo propones, ganarás la partida, y además puedes que sagas fortalecido.
            En realidad, las respuestas de estas cuestiones estriban en nuestra capacidad para comprender la realidad tal y como es, sin engaños, y sin creernos lo que los medios de comunicación se empeñan en grabarnos. Pensamos que estamos en un callejón sin salida, pero en realidad; no es así. Siempre existe la opción de tomar otro camino, para avanzar hacia un mañana más luminoso y esperanzador.
           Es necesario aprender a analizar las situaciones y preguntar bien el por qué de las cosas que nos suceden en el día a día. Siempre dejando lugar al imprevisto y tratando de creer en que las casualidades no siempre son tal como se plantean o que incluso detrás de ese conflicto el cual se nos presenta, puede haber una posibilidad de salida.
            Es posible que la palabra problema sea una de las más pronunciadas a diario en el mundo entero. Se vive actualmente en una sociedad en donde todo se tiende a dramatizar y, quizás, a olvidarnos de que todo tiene solución a pesar de todos los inconvenientes que se nos presenten. Para cambiar esa actitud, deberíamos empezar planteándonos si los hábitos, pensamientos y comportamientos que utilizamos, son de relativa utilidad para llegar a colmarnos de satisfacción.
             Dicha actitud es simplemente saber cuál es el desafío que debemos plantearnos para llegar al fondo de la cuestión. Elaboremos una serie de hipótesis hasta obtener lo que más nos convenga, nunca quedándonos en lo más superficial. Pensemos siempre que las personas, las circunstancias y las situaciones que nos acompañan vienen y van; es lo natural en este mundo, No obstante, seguimos empeñados en hacer perdurar aquello que es mutable en esencia, aspirando a vivir en el “País de Nunca Jamás” Todo una obsesión. Esto hace que no agobiemos y no nos permita vivir. Solo es cuestión de encontrar la raíz, la causa fundamental del problema y convencernos de que somos capaces de resolverlo.
             Hay una cita de Sócrates, la cual nos dice “El conocimiento te hará libre”, nos indica a la necesidad de ser consciente de la realidad en que uno vive, como primer paso a encontrar una salida individual a la situación en que nos encontramos.
              Solo desde esa base podremos contribuir a una verdadera solución y encontrar una salida, no olvidando nunca que todo es una instancia de aprendizaje y que, pase lo que pase, siempre podremos obtener algo positivo de todo.

 Meditación: Las personas más felices no son aquellas que obtienen lo mejor de todo, sino aquellas que sacan lo mejor de lo que tienen.

lunes, 23 de junio de 2014

Nuestra voz interior II.

           ¡Oh, cuánto nos dice! Ya lo decía en el pasado artículo. ¿Por qué no queremos oírla? Es que acaso no nos gusta, no nos conviene, no la aceptamos; o es que la apartamos, y nos dejamos llevar por lo fácil y llevadero. Muchos de nosotros, la mayor parte del tiempo no nos escuchamos, sin embargo las personas más sanas son aquellas que saben realizarse desarrollando sus capacidades a través de escucharse interiormente.
           Eso no quiere decir que llevemos a la práctica todo lo que nuestro interior nos dice, ni mucho menos, pero sí, que poco a poco nos vamos dando cuenta y aceptando como vivimos el presente. ¿Lo aceptamos cuando todo va bien o lo rechazamos cuando no? Si es así, es que estamos pensando en darnos cuenta de muchas cosas que en esos momentos posiblemente no nos dejen vivir el presente.
            En realidad tengamos presente que siempre tenemos posibilidades de aceptar nuestra voz interior, puesto que es la única que nos proporciona esperanza. Y esa esperanza nos brinda confianza allí donde existe ese mar de dudas que nos impide nuestra paz interior. Todo aquel que reflexione y escuche su “voz interior” siempre tendrá una sensación de responsabilidad, nacida de la certeza de un destino feliz.
             Pensemos que prestar atención a nuestro interior, nos permite penetrar en experiencias y perspectivas, a veces hermosas o terribles, próximas o lejanas, pero sí sumergirnos en una intensa narración que nos hará ser aquella persona que deseamos ser. Fácilmente nos identificamos con el mundo que nos rodea y nos negamos a oír nuestro interior, que sabemos que en la mayoría de los casos nos dice la verdadera realidad.  Si de verdad deseas hacerle caso a tu interior, debes correr tu propia carrera.          Nunca te importe lo que la gente pueda decir de ti, puesto que nuestra voz interna es la riqueza del corazón. Piensa siempre que lo importante es lo que te digas a ti mismo. No te preocupes de las opiniones ajenas, y aplícate ese dicho tan importante que dice: “siempre tu conciencia te dictará tu deber”, es entonces cuando comprenderás que estás actuando correctamente.
             Nuestra voz interior es al mismo tiempo la guía incansable del ser humano. Si profundizamos en nuestro interior, esa voz interna nos dirá lo que debemos hacer. En definitiva, ¿cuántas veces, esa voz no admite una descripción exacta, puesto que se escapa a nuestra capacidad de entendimiento? Quizás un detenimiento y una meditación adecuada sea posible que hagamos el esfuerzo de entender lo que ocurre en nuestro interior. Sin duda esta travesía podría estar llena de descubrimientos que seguramente nos caracterize más a lo que la vida nos expone exteriormente.
             Tratemos de escuchar nuestro sentir y descubramos como esos “sonidos” nos hablan a través de nuestros sentimientos, dejando que el corazón emita su “voz” haciéndolos oír sobre todo con amor. Solo para terminar y descubrir este pequeños mensaje, es solo el deseo de  interpretar que todos sentimos esa voz interior que siempre nos dice lo que debemos hacer, pero que muchas veces nos deseamos aceptar.

 Meditación: La voz de la persona amiga es la nota más suave en la orquesta de la vida.

sábado, 21 de junio de 2014

Apreciar los momentos.

             Siempre en la vida existen buenos momentos que merecen la pena disfrutar y cultivar una y mil veces si fueran necesarios. Por suerte, los seres humanos tenemos la gran oportunidad de saborear desde el momento presente, vivencias que quedaron lejanas en el tiempo, pero que con solo un recuerdo, los hacemos actuales y nos llenan el alma de vida. Es sencillamente la vida del pasado que a veces nos pide a gritos volver al presente. Estos momentos nos hacen transformar el curso de una vida o de una relación.
            Cuando conocemos a una nueva persona, los primeros instantes resultan clave, todo son parabienes y condiciones abiertas y afectivas. Esa impresión que dura un instante deja a veces una impronta para siempre, aunque con el tiempo desaparezca.
           Es decir, continuamente centra tu atención en poder revivir si fuera preciso con frecuencia todo lo bueno que ronda por nuestra cabeza. Recordando esos buenos momentos desearíamos hacer realidad esas imágenes que sobre nuestra mente circundan
           El propio contacto con la naturaleza nos hace también suponer entrar a través del silencio en esos momentos tan propicios reflexionando sobre la propia vida. Pero; ¿qué es lo que hace que muchas veces en nuestra vida, incluso durante el mismo día, no sepamos apreciar todo lo bueno que todos esos momentos nos ha generado a base de esfuerzos y pequeñas adversidades, haciéndonos caer en el más absoluto del olvido?      
          Todo momento incluye la posibilidad de cambio. Un momento no es un instante insignificante, sino algo de la mayor importancia y transcendencia
          En algunos momentos de nuestra vida  nos surge esta pregunta, ¿Por qué actúo así? ¿Tengo justificación para ellos? ¿Cómo puedo permitirlo más tiempo? Sin darnos cuenta nos convertimos en nuestro propio enemigo, nos maltratamos que con nuestra forma de actuar maltratamos a otras personas. Sin darnos cuenta todo es producto de la rabia y el enfado que tenemos hacia el “otro”, a sabiendas de que no se lo merece. Es aquí cuando tomamos decisiones, cuando pensamos y nos damos cuenta de nuestros errores y de nuestros aciertos; y de que encerrarnos en decir que “no”, no siempre es la mejor opción.  Nunca sabremos si esos seres que tanto nos aprecian estarán toda la vida con nosotros, pero una cosa si es cierta, la soledad siempre nos acompañará y ella siempre nos dirá la verdad. Es por ello, que debemos aprender a disfrutarla. Toda la vida la llevaremos dentro, así que más vale cuidarla.
          Algunas experiencias del momento presente pueden durar solo diez segundo, o quizás solo uno, (lo que dé en reconocer un rostro familiar). Lo mismo ocurre cuando nos miramos a los ojos. Cuantas veces lo hacemos y parece que nos dura una eternidad.
         Tras haberlo meditado nos daremos cuenta de que hemos encontrado un poco más de aquella sinrazón. Por ello, siempre es bueno dedicar un poco de tiempo a tus pensamientos internos, a tus pesares, alegrías y a tú soledad. Nunca te encierres en tu mundo, creyendo que siempre llevas la razón, equilibra la balanza, pues tan bueno como la soledad, es la compañía; y a ninguna hay que temer.

 Meditación: Los amigos son como las estrellas, no siempre podemos verlos pero siempre están ahí.

 

miércoles, 18 de junio de 2014

La amistad virtual.

           Si, es cierto que la amistad virtual existe, pero se debe tener cierta cautela, puesto que al menor desliz, surge “un mal entendido”. Podríamos decir que existe, como un formato diferente de la amistad “en vivo” Este tipo de relaciones implica, sentimientos, personalidades, preferencias y sobre todo una fuerte dosis de sinceridad, aunque para mantenerlas todo depende de las partes relacionadas. Además de eso, demanda la construcción de una plena confianza, y por supuesto un determinado afecto.
           Cuantas veces evitamos expresar sentimientos por miedo a ser rechazados, a quedar en ridículo o porque no sabemos cómo hacerlo. En estos casos debemos pensar que la verdadera misión de un amigo es ponerse a su lado cuando se equivoque, porque cuando acierte, todo el mundo estará a tu lado. Pero es realmente triste de que a pesar de que aciertes, nos rechacen y nos repudien, por el solo hecho de haber sido advertido.
            Es justo reconocer que a través de la pantalla de un monitor no podamos conocer totalmente a una determinada persona, pero si esa comunicación es consolidada a través de años, es posible que podamos conseguir un perfil bastante aproximado de esa persona. Aunque debo reconocer que nunca será suficiente. Lo que sí es totalmente necesario, es una total confianza, la cual fortalecerá las relaciones interpersonales, no importando que sea a través de la distancia.
            Esa confianza como anteriormente decía, nunca debería ser motivo para que desaparezca, solo por el hecho de poner en aviso de que alguno de ellos haya cometido un error, sea del motivo que sea, pero que de alguna manera pueda poner en  peligro su privacidad. Estas amistades virtuales pueden llegar a ser más auténticas que las reales, sin ningunas pretensiones. Es más siempre están ahí, y jamás son olvidadas.
           Generalmente lo que más nos gusta de esas amistades, son lo que nos dicen. En estos casos sus palabras valen más que su físico o su juventud, es todo caso, siempre fue una gran satisfacción leer sus palabras, ya que en muchas situaciones nos hizo ver aquellos condicionamientos que jamás podríamos imaginar.
           Esto no es la primera vez que lo menciono en algunos de mis pequeños artículos. Cuando un amigo virtual muere la sensación de vacío es similar al que se experimenta cuando muere un amigo real. Aunque cuando esto sucede con una persona real siempre recordamos su rostro y su forma de ser. Con los amigos virtuales la mente trata de crear un ser que siempre estuvo en todos los momentos de tu vida, en todos tus eventos y nunca falló por mucho que quieras quitarlo de tu mente, y si lo piensas bien no es una ficción, esa persona merece todos los reconocimientos, puesto que siempre existió.

 Meditación: Un amigo nunca te dice lo que tú quieres escuchar, te dice la verdad y lo qué es mejor para ti.

 

lunes, 16 de junio de 2014

El esfuerzo personal.

           Nos hemos planteado alguna vez, ¿para qué le ponemos tanto esfuerzo personal a la vida si algún día todo se acabará? Y no me conteste que no te esfuerzas. Cada uno de nosotros sabe mejor que nadie, que aquellas cuestiones de aspectos relevantes y valiosos de la vida, no se consiguen sin que pongamos una buena dosis de entrega, sacrificio y esfuerzo personal por parte de los protagonistas.
            Es frecuente que ante un estímulo pequeño, reaccionemos exageradamente, Es decir, que cuando el vaso está lleno, una simple gota lo satura y entramos en conflictos, en querer comprender cuál es nuestra pauta de comportamiento que pueda ayudarnos a no cometer una y otra vez los mismos errores y a lograr por fin, tener relaciones equilibradas y satisfactorias. Es un reto complicado, pero merece la pena.
           Lo que es fácil de alcanzar, lo que no supone en ningún caso una renuncia o una privación, suele ser algo sencillo y poco valioso en lo que se refiere al enriquecimiento como ser humano. También es cierto que nos encontramos con personas a las que la vida les ha venido “rodada”, todo han sido facilidades, nunca han pasado penurias ni privaciones, no conocen lo que supone ganarse un puesto de trabajo, porque se lo han regalado, ya que no han pasado por aprietos o apuros.
            Cuantas veces el ser feliz, depende en un porcentaje elevado, de la voluntad, del esfuerzo, de la motivación por hacer lo que nos gusta, y de que sepamos extraer recompensas de nuestras propias experiencias.
            Es evidente que existe el factor suerte, y posiblemente ninguno de nosotros renunciaríamos a él si tuviésemos esas posibilidades. En estos casos estamos hablando de lo puramente físico y material. Sin embargo, os puedo asegurar que nada hay tan reconfortante como tener la oportunidad de presenciar los resultados obtenidos tras la dedicación y la constancia.
           Una de las conclusiones está clara: nada, o al menos nada importante se construye sin esfuerzos ni dificultades. Nuestras libertades y nuestros progresos son conquistas, muchas veces fraguadas al borde del abismo.
             La satisfacción que produce poder contemplar todo aquello que has conseguido por ti mismo, sin la ayuda de nadie, eleva tu autoestima y al mismo tiempo te ennoblece y te dignifica. Salvo a algunas personas a las que les llueven los medios de vida desde el cielo. No se concibe vivir sin algún esfuerzo por mínimo que sea. Indudablemente se aprende más del esfuerzo al buscar una meta que una vez alcanzada. Por eso creo definitivamente que tenemos que esforzarnos y trabajar para alcanzar una calidad de vida satisfactoria.
             Solo cuando hacemos uso de estos elementos, disponemos de la autoridad moral necesaria para sopesar en su justa medida las dificultades que nos encontramos a lo largo de nuestra existencia.

 Meditación: El hombre que se levanta es aún más grande que el que no ha caído.
 

viernes, 13 de junio de 2014

Nuestra voz interior I.

           Nuestro interior nos reprime, nos aconseja e incluso hasta nos reprocha… nos descubre muchas cosas curiosas, interesantes y sorprendentes. Cuando se realiza un estudio de nuestro interior, vemos cosas que a veces son sumamente afectivas, y no  llegamos a  entender. Una de ellas es la confusión de nuestras circunstancias, a través de las cosas que nos ocurren y de las situaciones que vivimos. Éstas no son otras, que las contradicciones que hay en nuestro interior. El desequilibrio que pueda aparecer de estas situaciones, depende de la estabilidad emocional de cada persona.
            Cuando nos estabilizamos interiormente, es como si nos quedáramos con la mente y los sentimientos atrapados en el pasado y nuestras actuaciones, siempre estarán rígidas en gran manera por las experiencias que en su tiempo nos marcaron y no pudimos superar. Si nuestra mente no está enfocada hacia el futuro, nunca llegaremos a sentir “esa voz”. Es por esta razón por la no debemos estar siempre apuntando al pasado, ya que siendo así,  estaremos aprisionados y sin ninguna utilidad para construir un nuevo porvenir.
            Tendemos a movernos entre dos extremos, o somos de nosotros mismos o somos inseguros. Es un proceso que avanzamos a medida que vamos creciendo, en el que nuestro carácter, nuestro entorno va forjando la manera en que nos vemos y nos percibimos. Así me pregunto: ¿Acaso, la seguridad es una cualidad que está fuera de nosotros? ¿O por el contrario es una sensación interna a la que hemos de saber acceder dentro de nosotros mismos? La capacidad de conocernos con certeza, cómo quienes somos, y lo que deseamos es lo que determina nuestra seguridad para poder actuar en la vida.
             Los cambios se experimenta normalmente cuando sobrevienen circunstancias distintas de las habituales, porque son las que con mayor probabilidad pueden conducirnos a la necesidad de plantearnos una modificación de nuestro patrón de vida.
             Una conversación sincera con un amigo de toda la vida, un proceso introspectivo que nos confirma la necesidad de cambiar, la muerte inesperada de un ser querido, etc., son muchos los factores que nos favorecen a que pongamos en cuestiones algunas de nuestras convicciones o costumbres.
            Esta instancia de la mente humana se modifica con el paso de los años, pero eso no quiere decir que la evolución sea positiva. Algunas personas se las ingenian, para no quedar aplastadas por la vida, y en ese punto saben qué hacer con su propio interior.
            Las personas que consiguen realizar grandes cambios y sobretodo de forma satisfactorias, lo han hecho a base de romper hábitos y creencias que les impedían evolucionar en la dirección deseada. Aunque es frecuente que la idea de cambiar sea una obsesión profunda que nos permita aletargarnos esperando el momento para emerger. Pero no siempre es así. La creatividad humana es insondable y una persona pensando y reflexionando puede llegar muy lejos si se lo propone.

 Meditación: Siempre que tengas una duda, descansa un momento y escucha lo que te dice tu voz interior.

 

Elegie - Gabriel Fauré.



 
Meditación: Quien de verdad sabe de qué habla, no encuentra razones para levantar la voz.

martes, 10 de junio de 2014

Ser humilde "no se lleva"

            Y es cierto, ser humilde parece que no nos gusta. Parece que es cosa de pobre, de “poca cosa”, de sentirnos inferior ante los demás… hoy interesa demostrar que tenemos, que poseemos, que somos, que sabemos, etc. Santo Tomás nos dice “que la humildad y la sabiduría se encuentra en el hombre en tanto que la humildad dispone a la sabiduría.
             Por tanto, podemos deducir que el hombre humilde posee los conocimientos necesarios para actuar correctamente y elegir la mejor opción entre diferentes alternativas. La principal muestra de la humildad es el desinterés; es sentirte satisfecho por el acto que estás haciendo sin esperar nada a cambio. Una persona sin necesidad de un agradecimiento, muestra siempre actos de humildad. Cuando admites que puedes haber cometido algún error en tus acciones y a continuación haces un gran esfuerzo para demostrar que estuviste mal, eso es un acto de humildad. Aunque parezca mentira, eso demuestra una gran fortaleza de carácter.
             La humildad no es un concepto, es una forma de conducta, un modo de ser, un modo de vida. Es una de las virtudes más noble del ser humano. Los que carecen de humildad, carecen de la base esencial para un continuo progreso. Si poseemos un gran cúmulo de cualidades sin humildad, podríamos decir que tenemos un cuerpo sin alma.
             La vida está compuesta por una sucesión de retos y no de problemas. La diferencia entre quien triunfa y quien fracasa no es el número de obstáculo que encuentra sino la actitud ente esos obstáculos. Es decir, es la sabiduría de aceptar nuestro auténtico nivel evolutivo. Sin embargo si provoca alguna alteración en nuestra actitud personal, no puede ser considerado como poseedor de humildad.
            Así podríamos decir que cuando algo nos cuesta solemos dejarlo a un lado. Las dificultades no queremos tenerlas Vamos pasando por la vida procurando realizar en menor esfuerzo, diciendo: “no están los otros; que lo hagan ellos” o “para qué lo voy hacer si no sirve para nada”. Reconozcamos que nos cuesta sacrificarnos. Humildad es sacrificio. Realizar aquello que nos cuesta y a veces no nos gusta, pero sabemos que por el hecho de hacerlo ya realizamos un bien. Gran parte de sentirnos humildes consiste en aceptar que cometemos errores. Pensemos siempre que todos cometemos errores y así nos quitaremos un peso de encima.
            Analicemos que cuando las cosas nos van bien es obvio que queremos lucirnos y recibir todo el crédito posible para parecer la persona más grandiosa en la faz de la tierra, aunque reflexionando, no es necesario que actuemos así. Mirado desde otro punto de vista la humildad y la marca personal, andan siempre cogidas de la mano en una relación de equilibrio inestable como la mayor parte de las cosas importantes de la vida.
            Por eso si el objetivo de nuestra marca personal es ser la opción relevante, el de la humildad es el de no vanagloriarse por ello. Decía al principio que la humildad es una muestra de aceptación de nuestro comportamiento, pero nunca una resignación. Si aceptamos la humildad como un defecto, ésta nos impedirá hacer posible nuestros logros. Es decir; éste es el grado más alto de la humildad, porque más que superarnos a través de los demás se trata de vivir la caridad, sencillamente vivir con amor.
 Meditación: La primera prueba de una gran persona, consiste en su humildad.

sábado, 7 de junio de 2014

Los pasados inolvidables II.

            Una vez comentado lo anteriormente dicho, debemos reconocer que en ocasiones, más que refugiarnos en el pasado, lo que hacemos es evitarlo. Cuando hemos vivido un acontecimiento doloroso, puede que intentemos reprimir su recuerdo, puesto que nos parece la única forma posible de salir adelante. Por ello, debemos ser capaces de afrontar esos recuerdos dolorosos para lograr cerrarlos y seguir nuestro camino, ya que la tranquilidad pasa por la aceptación, y al mismo tiempo debemos ser capaces de afrontar esos malos recuerdos, sabiendo reconocer lo que nos ha hecho pasar, enseñándonos a valorar cómo afrontarlos sin tener experiencia alguna al primer paso para liberarnos de sus influencias.
             Todas nuestras experiencias previas serán las que nos irán proporcionando un repertorio de conductas y formas de pensar, que al haber sido adaptado a nuestra memoria, las incorporamos a nuestro bagaje personal, mientras que las que no nos aporten ningún tipo de beneficio las extinguiremos. Por ello debemos tener en cuenta que, realmente, nuestro pasado y las experiencias vividas en él, son lo que nos condiciona a la hora de seleccionar una respuesta de forma muy personal, para sentirnos emocionalmente en el momento de tomar una decisión.
           ¿Qué podemos hacer entonces? ¿Olvidar todo ese contenido, que es nuestra propia vida? No, no se trata de eso. Si no, recordar el pasado en su justa medida, sin atarnos a él y viviendo el presente, recordar los momentos felices y realizar un aprendizaje de los no tan felices para evolucionar y poder seguir adelante.
            Porque efectivamente, la nostalgia no es mala, siempre que no nos impida seguir nuestro camino, siempre que nos atrevamos a afrontar los malos recuerdos. Si lo vives así: significa que has hecho cosas que te han servido para poder tirar hacia adelante. Y es importante pensar que no serías quien eres si no fuera por todas las vivencias por las que has pasado.
            A lo largo de meditar llego a entender que en la vida muchos  nos van a lastimar, pero tengo que encontrar a esas personas por la que vale la pena sufrir. Tenemos que sonreír, debemos saber soñar y amar. Nunca debemos dejarnos envolver por el pasado.
            El pasado está muerto y enterrado, no tiene regreso posible, solo vivimos el presente que es lo único que tenemos y lo que al final importa más, y sobre todo… tratemos por todo los medios en buscar la felicidad, que a veces está tan cerca, la cual por tenerla tan presente no le damos la oportunidad de llegar a nosotros.

 Meditación: La vida es cruel en ocasiones, pero debemos agradecerle por los momentos inolvidables que nos brinda.
 

jueves, 5 de junio de 2014

Los pasados inolvidables I.

         Bucear en nuestros recuerdos es una de las mejores formas de contactar con nosotros mismos. Feliz o doloroso, el pasado es la base de mucho de lo que somos, y debemos ser capaces de afrontarlo. Nuestra relación con el pasado es a veces triste. A menudo idealizando determinados momentos, muchas veces nos reconforta. Pero cuando es doloroso, en vano queremos huir. Siempre debemos asumir que afrontar el pasado es fuente de sabiduría. Bueno o malo, debemos aceptarlo sin quedarnos “pegado” a él, siendo esta una forma para conocernos mejor y al mismo tiempo tomar impulso para seguir avanzando.
          Una de las variables que ayudan a que un acontecimiento pasa a la memoria a largo plazo es la carga emocional que tiene adherida. Y eso es lo que pasa con algunas de las experiencias de la infancia. Además, con el paso del tiempo vamos perdiendo perspectiva y no solemos recordar las cosas triviales no tan positivas que vivimos en su día. Así es lógico que, en nuestra sociedad del vivir a mil por hora, en la que nuestro propio destino a veces se nos escapa, ejerza una atracción inevitable.
             Pero aunque lo creamos inamovible, también el pasado, o mejor, nuestro recuerdo de él, pueden variar con el tiempo, al recibir más información sobre cómo ocurrieron realmente las cosas, para tener mayor experiencia vital para valorarlas.
              Si nos encargamos de llevar a cuesta todo el pasado, jamás tendremos un futuro, ni siquiera vamos a poder vivir un presente adecuado. Conozco personas que le echan la culpa de sus fracasos a la educación que recibieron de su familia o peor aún a la que no recibieron. Los seres humanos, somos como los animales, aprendemos de nuestros padres o de nuestro entorno, con la diferencia de que nosotros podemos distinguir cual fue un buen ejemplo y cual no.
              Por ejemplo, al convertirnos en padres o madres hace que entendamos mejor un  nuevo prisma de ciertos recuerdos de la infancia o de la adolescencia. Si estamos triste es más fácil que se nos activen los recuerdos de momentos tristes, como puede pasar a la inversa.  Por eso, si de pronto sólo nos vienen a la cabeza los malos momentos, eso no significa que no haya habido buenos. Sencillamente es, que en ese instante, nuestra memoria selecciona aquellos recuerdos que refuerzan nuestro estado de ánimo.
             Si nos valemos de los malos ejemplos, ya el problema no es de nuestros padres, sino de nosotros mismos, pues en el camino aprendimos sobre el bien y el mal, y el saber tomar decisiones. Maravilloso sería si el ejemplo recibido fuera siempre positivo, pues nos facilitaría mucho las cosas. Siempre he dicho que cuando uno actúa con buena intención y es sano de corazón, las cosas se van dando por naturaleza. Pensemos siempre que el buen ejemplo ayuda en estos casos.

 Meditación: Si los recuerdos se guardan en el alma, solo los recuerdos nos llevamos a la tumba.

 

lunes, 2 de junio de 2014

El problema de las prisas.

            Cuántas veces decimos: ¡A mí no me gusta perder el tiempo!, aunque sobre esto, podríamos hablar detenidamente. Ya que es, sin duda la obsesión que tenemos por ir siempre a toda prisa. Es cierto que en la vida hay urgencias y que, precisamente por ello, nos conviene acelerar.
            Es como si el tiempo nos consumiera, cuando en verdad, lo consumimos nosotros a él. Pero al final no dejan de producirnos efectos similares. En verdad la prisa, es otro nombre del miedo. Cuántas veces nos sentimos agobiados, como perseguidos por el tiempo, y es entonces cuestión de “hacer”, pero de ¡hacer ya!, de forma rápida nuestros objetivos.     Tal como está organizado el mundo en que vivimos, es evidente que todo a nuestro alrededor parece gritar al unísono pidiendo urgencia y que muchas cosas resultan materialmente imposibles dejar de hacerlas deprisa. Ahora bien, el hacer las cosas deprisa lleva consigo una angustia en el que las realizas impidiendo hacerlas bien, y con la atención necesaria.
             Es cuando decimos “es que tenía prisa”, parece justificar la insolidaria precipitación, el desprecio por los detalles, la desconsideración para las consecuencias.           No ignoramos que en repetidas ocasiones estamos convocados, citados, comprometidos con otros, con una citación, con un horario o una fecha determinada.
             En esos casos la serenidad, la inteligencia y la adopción de decisiones realistas y concretas son más eficaces que el desconcierto que todo lo estropea. Más significativo resulta quien siempre tiene prisa. No es una situación, es una condición, en definitiva una forma de ser. Y no solo porque desconocemos la necesaria mesura, si no porque se ve afectado su forma de ser, en la dudosa consideración, y en el afecto por los sentimientos ajenos.
             En algún sentido, querer, es no tener prisa con alguien, considerando el espacio sin que nos impongamos la tiranía del tiempo. Cuanto  más  tratemos de buscar remedios a la prisa a base de estirar las horas del día para crearnos compartimentos de escape, más arraigadamente estaremos aceptando el imperio de esta misma prisa, más se separarán el tiempo de descansar, el de trabajar, el de pensar y el de vivir, debiendo tenderse a que estos tiempos no se entremezclen lo más posible. Hay que esforzarse para que el juicio sobre lo que se está haciendo presida cada acción y crezca simultáneamente con ella.
             Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos, nos hallamos inmersos en una especie de corriente que nos arrastra. El trabajo, la familia, los horarios, las comidas, el autobús… Siempre hay prisa, ya que todo hay que hacerlo no dentro de un mes, sino “ahora”, o incluso “ayer”. Y por supuesto, no podemos evitar todas esas responsabilidades y obligaciones, pues forman parte de la vida que nos hemos ido perfilando. De todas formas, lo importante es tener claras nuestras prioridades a la hora de distribuir el tiempo del que disponemos.

 Meditación: Si trabajas con prisa, piensas que por muchos años que vivas, no podrás hacer nunca ni la mitad de lo que quisieras.