domingo, 25 de septiembre de 2016

¡Cuándo tenemos intención!

             Cuando en algún momentos de nuestra vida se nos presenta cualquier situación  de difícil estrategia, hace que lo relacionemos siempre con algo desconocido, con algo que no sabemos cuál será su resultados, es decir; “lleva una intención” Ante estos casos debemos o creemos encontrar una estrategia, ante lo cual nos dé un convencimiento.
          Aquí podemos aplicar la teoría de la motivación, la cual sostiene siempre la probabilidad de que aquello que hemos pensado tenga el “peso” de una intención, haciendo expresar su veracidad. Así decimos que la propia intención ya tiene  diversos significados, como es el de la comunicación, entendiéndose ésta como la propiedad de una acción liberadora y voluntaria que nos hace llegar al propósito de alcanzar un objetivo determinado. Cuántas veces preguntamos; ¿tú no tienes intención de dar? A lo cual casi siempre respondemos: ¡Y a mí quién me da! Nunca pensaste cuantas cosas puedes dar. Siempre pensamos en cosas materiales, pero casi nunca tenemos presente la intención de la generosidad. Muchos de Uds. habrán leído aquello de que: “Cuanto más des de ti mismo, por poco que sea, más se abrirán las puertas para que la felicidad entre dentro de ti”
           Muchos diréis que no estoy dando ninguna respuesta o quizás entiendas que no aplico ninguna intención en darte una solución a tu problema. Verás, cuantas veces la intención de generosidad no la debemos aplicar a la atención de dar algo material, como decía anteriormente. Entonces: ¿qué intención tienes eso de “dar”? Muy sencillo: lo mejor que puedes dar a tu enemigo es el perdón; a tu adversario, la tolerancia; y a un amigo, tu corazón. Como podrás apreciar, eres poseedor de una cantidad de dones que no te cuestan nada, o es que quizás no tengas nunca la intención de desprenderte de ninguno de ellos.
           Cuando un proyecto o un sueño se frustra, intentamos gritar, golpear, insultar, etc., pero casi siempre decimos “no lo olvidaré jamás” En general vamos por la vida sin prestar atención a lo que nos pasa, aunque siempre lo justificamos diciendo: “esa nunca fue mi intención” Lógicamente la única norma que prestamos atención es la de nuestra propia opinión, haciéndola siempre la más valiosa de nuestras intenciones. Lo único que prevalece es hacer creer que nuestra opinión en la correcta y que siempre llevaremos la razón. Si has tenido la capacidad de soñar, ese sueño es porque estás diseñado para abocar las fuerzas y derribar cualquier obstáculo, pero piensas que tú debes poner buenas intenciones para que aquello prevalezca a pesar de los contratiempos.
            La intención no tiene porqué ser secreta. Al comunicar nuestra intención, estamos informando a la otra persona de lo que deseamos y la hacemos participe de ella.
            Nunca esperes que los demás te hagan feliz. No son las cosas ni los otros los que nos hacen felices, sino nuestra esperanza de todo aquello que estamos proyectando alcanzar.
           Nada es más desalentador  considerar que no esperamos expectativas de novedad alguna, puesto que sabemos quiénes somos y conocemos hasta el último detalle de nuestro prójimo. Pero a pesar de todo un silencio une nuestros más íntimos sentimientos. Es como un hilo secreto que nos vincula indiferencia, y al mismo tiempo les apreciamos. Si fuéramos capaces de mostrar todo el afecto que le profesamos, es cuando podríamos entender que “solo es cuestión de intención”

 Meditación: La primera intención de todo ser humano es intentar ser feliz, la segunda, es hacer feliz a los demás.

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