sábado, 25 de junio de 2016

Estar de buen ánimo.

             Por mucho que queramos es difícil mantener el buen estado de ánimo todo los días. No es que seamos personas antipáticas o malhumoradas, pero  para que las cosas ocurran de forma aceptable, es necesario convencerse de que todo no está bajo nuestro control. Cuántas veces las palabras son tan sencillas de pronunciar y tan difíciles de cumplir. Son situaciones que se nos escapan a nuestro control y los que sucede es que se nos presentan días que son imposible mantener un buen estado de ánimo. Así nos decimos: ¿cómo es posible que podamos mantener un buen estado de ánimo, si no hay formas de cumplir con los objetivos deseados?
             Tenemos que convencernos que hoy en día todo lo que nos ocurre no es responsabilidad nuestra, no olvidemos que existen elementos que aunque no queramos es imposible poder controlarlos. Deberíamos empezar por entender que todos tenemos la opción de tener un mal día. Aceptando “esta” actitud permanente para todos, y  sin quererlo, nos transformamos más persuasivos al estar nuestro ánimo en estado de “tirantez” De esta manera nuestra capacidad crece dejando de generar empatía, haciendo imposible que surjan esa fuerte capacidad para convencer a las personas, y acepten nuestros puntos de vista.
           Es como decir que son más rigurosos nuestros juicios. Según distintas formas de pensar, nuestro estado de ánimo, puede estar vinculado a determinadas intenciones o deseos de cualquier persona en particular. Por eso solemos decir a menudo: “No tuve ánimo de ofenderte, así que deseo pedirte disculpas puesto que creo que dicha acción pudo causarte ofensa” Aunque no lo creamos son cosas que nos pasan y a veces en determinados casos influyen de forma positiva en nuestro estado de ánimo.
            Es fácil reconocer que todos no somos iguales, y que cada uno tiene un límite, ya sea por paciencia, perseverancia, reflexión, respeto, o como le queramos llamar, pero llega un momento que todo aquello se derrumba, y aparece el agotamiento, el mal carácter, siendo quizás un mal entendido el que acaba con nuestro estado de ánimo. Y es cuando nos preguntamos. Esta forma de ser, ¿De qué depende? No nos molestemos en darle muchas vueltas, el desencadenante puede atribuirse a cualquier circunstancia, puesto que, como decía anteriormente, todos no somos iguales, y a veces lo más mínimo en nuestra vida puede llevarnos a un cambio de nuestro estado de ánimo.
            Aunque nos parezca una utopía, la felicidad está siempre presente en nuestra vida, lo que pasa es que nos “entretenemos” con banalidades y no tratamos de bucear en nuestros sentimientos. Solo ellos nos harán ver si podemos superar ese mal humor que continuamente mantenemos. En los tiempos que corren, vivir con armonía no es fácil, pero es imprescindible para gozar de buena salud física y mental. Muchas veces en el afán de atender los compromisos y sobre todo querer quedar bien con el mundo exterior, nos descuidamos de nuestro mundo interior, haciendo que cada vez se nos haga más perenne nuestro estado de ánimo.
            Pensemos que poco podemos hacer “tragándonos” las angustias y los malos modos de los demás. Si somos capaces de transformarlas y convertirlas en situaciones positivas, habremos conseguido las energías suficientes para modificar nuestro buen estado de ánimo.

 Meditación: Mi buen estado de ánimo me hace que no pierda la esperanza… Los milagros ocurren todos los días.

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