jueves, 26 de mayo de 2016

La delicadeza.

              La delicadeza podemos considerarla como una serie de atributos y cualidades, como pueden ser la ternura, la finura, la exquisitez, la distinción, la paciencia, etc. Nunca debemos considerarla como una debilidad. Es una “forma” cuidada, sensible y elegante, oponiéndose a sus antónimos como la grosería, la vulgaridad, la desconsideración, la descortesía, la brusquedad, etc. La delicadeza exige una consideración y una sensibilidad para con los demás, la cual parte de una atención y una generosidad permanente. Y aunque no se es consciente de ello, todo se transmite y se comunica, haciéndose visible ante los demás.
               De todo esto se desprende la capacidad de verse afectado, y de tener en cuenta los detalles a realizar las cosas con pulcritud. Por ejemplo tener la costumbre de agradecer los detalles, termina siendo una atención que solemos dar a nuestros semejantes, como muestra de agradecimiento. Precisamente por ello a veces presentamos algunos flancos abiertos a quienes nos avasallan, en especial a los sentimientos, pero dado que no se trata de una impertinencia, la postura que adoptamos es atribuida, a unas formas de eludir esas diferencias, para no caer en el brusco comportamiento, reconociendo que es sólo una desatención.
            La delicadeza en la conversación, es realmente un punto en el cual podemos tomar referencia de cómo nos situarnos en el diálogo y en el trato con los demás. De ahí que es fácil ser delicado, para no ser atropellado por las propias decisiones y acciones de los demás. Es posible que nadie pueda sentirse correcto como persona, hasta no haber experimentado la acción de sentirse con delicadeza ante los demás y vivirla como experiencia. 
            En definitiva la delicadeza significa, acoger los sentimientos, los pensamientos, las creencias, las preocupaciones, los intereses, etc. No solo a una persona, sino a todos entre los cuales habitualmente convivimos. Todo ello requiere una dosis de finura y precisión que se puede educar de algún modo, a través de la reflexión, la experiencia, el diálogo y la escucha.
             La delicadeza alcanza toda la autenticidad de la persona y se refleja en el rostro, en la mirada, en los movimientos de las manos, en la forma de desplazarse, etc. Siempre he pensado que a la vida le falta una “banda sonora”, que no es otra cosa que una sutil delicadeza, que haga que el “blanco y negro” se convierta en permanente colorido, y que haga que seamos protagonistas absolutos de nuestras vidas. Con ello, obtendríamos una mayor capacidad para captar a través del comportamiento y la palabra, la sutileza para poder mostrar, una manera respetuosa de tratarnos mutuamente.     
             La delicadeza es una cualidad innata en mucha persona, pero esto no implica que no puedan desarrollarla los demás. Lo más importante se manifiesta cuando se trata a otra persona y saber tener empatía con ella. Para ello, lo mejor es ponerse en su lugar, y suponer qué pensarías y como te gustaría que le tratasen si tú fueses la otra persona.
             De esta forma observamos como ciertas personas desarrollan estas delicadezas,  indicando que se expresan con auténtica sutileza, como si de uno mismo se tratara. Hay siempre algo en forma de un “mecanismo musical”, sobre todo en su voz, puesto que son personas que al tratarlas, se identifican con un plácido comportamiento, incluso en los momentos difíciles, podríamos decir que tienen algo de “melodiosas”.

 Meditación: Cuando la amistad y el afecto se fueron, es siempre de buen tono reemplazarlos por la delicadeza.

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