viernes, 5 de febrero de 2016

Emociones y deseos.

            Una emoción es como un deseo, por eso, así le llamo a este pequeño artículo. Toda emoción es el impulso que nos hace sentir algo en nuestro interior, y nos suele empujar a realizar “algo”. Tanto las emociones como los deseos caminan juntos con el fin de “mirar hacia dentro”, queriendo culminar con la facultad de alcanzar una verdad sin necesidad de razonamiento. Éstas poseen una cualidad imperativa que significa que podemos interrumpir lo que estamos realizando, haciendo generar en nuestra conciencia un profundo deseo.
             De esta manera las emociones nos llegan a nuestro intelecto en forma de deseos, siempre a través de una información relativa a la realidad y no a la que nuestras emociones desearían que fuesen. Toda emoción tiene una gran utilidad personal, y casi siempre está destinada a responder a esos hechos sucedidos que siempre tratamos de desear. Aunque es justo reconocer que a veces, también pueden hacernos daño cuando suceden en momentos inapropiados o con deseos imposibles de realizar.
             Toda emoción siempre nos ayudará a identificar formas y aspectos diferentes de momentos en nuestra vida, que a veces pueden pasar desapercibida para nuestra conciencia. Si potenciamos estas emociones alcanzaremos un conocimiento más creativo de la vida, permitiéndonos conocernos mejor a nosotros mismos y ayudándonos a relacionarnos mejor con las personas que nos rodean.
           Al mismo tiempo es necesario saber controlar las emociones y para ello tenemos que saberlas identificar, es decir, necesitamos aprender a “gestionarlas” para saber cómo manejarlas en cada momento. Comprender que todo deseo va precedido de una gran dosis emotiva, haciéndonos adoptar la forma para sentirnos bien consigo mismo y poder mantener relaciones satisfactorias con las personas de nuestro entorno.
           De esta manera para desvincularnos de las emociones, deseos y sentimientos relacionados con lo que queremos realizar, todo consiste en aprender a “situar” la mente correctamente hacia el objetivo, con la exclusión de todo lo que pretendemos ejecutar.
           Todo deseo nos saca de nosotros mismos, nos desubica y nos dispara a que vivamos en la improvisación, en el desorden y a veces en el capricho máximo de nuestra auténtica libertad. ¿Cuántas veces no nos es posible evitar que esto suceda, ya que ese deseo está regido por la leyes emotivas que son conducidas por nuestro cerebro. Negar un deseo equivale a fomentar un anhelo, y todo ello genera una frustración en nuestros sentimientos, ya que estos necesitan de una razón para poder sentir un equilibrio.
            Los deseos que muchas veces anhelamos en nuestro interior, en general están conducidos por grandes dosis emotivas, produciéndonos  esos “nudos” en la garganta, los cuales no podemos soltar por miedo a las consecuencias, aunque siempre pensamos que es más grande la recompensa que el sufrimiento que padecemos. Es de suma importancia saber tomar decisiones y saber actuar conforme a nuestra voluntad, puesto que casi siempre queremos imponer nuestros deseos a pesar de sufrir esas emociones que se anteponen a los actos que pretendemos realizar.
 
Meditación: Las situaciones difíciles se hacen más difíciles si excluyes los pequeños pasos que te puedan ayudar.

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