sábado, 29 de agosto de 2015

Vivir con media vida.

            Podría ser distinto, pero a veces no puedo comprender que nos pasa. ¿Por qué somos así? Es quizás un castigo divino. Dicen las religiones que cuando Dios terminó de construir el mundo, “vio que aquello era bueno y quedó satisfecho”, pero qué pensaría hoy. Lo destruiría todo. Creo que no se sería necesario, desgraciadamente nosotros nos estamos encargando de hacerlo. Hemos vivido un verano lleno de felicidad, con las playas abarrotadas de gente, hoteles y residencias llenos al completo, sin embargo otros caminan por tierras y caminos hostiles sin saber su destino. Solo les preocupa huir de la muerte, sin darse cuenta que están caminando hacia ella.
            Eso me hace al levantarme, encontrarme en un estado de incertidumbre tal, que una tristeza, un desánimo, y un pesimismo me embarga por completo. Leo la prensa, acudo a Internet, escucho los informativos, todo hace que me encuentre en un estado de abatimiento, que termino pensando que el mundo tal como está no tiene sentido. ¡Esto no puede terminar bien! Quien tenga la costumbre de seguir estos pequeños artículos, verán que siempre van encaminados hacia tres pilares fundamentales: El amor, la felicidad y la amistad. Pero cuantas veces me pregunto: ¡Dios mío! Esto: ¿Dónde está? ¿Dónde puedo llegar a encontrarlo?
           Comprendo que hay quien pueda superar todas estas circunstancias, pero yo no puedo superarlo, se apodera de mí tal estado de depresión que hay día que me encuentro abatido y derrumbado por completo. Y siempre acompañado ante tal estado, con la triste desgracia con que la Providencia me ha puesto por delante, esto es: “tener que vivir con media vida”. Si algunos han leídos algunos de mis artículos, sabrán por qué lo digo.
            En realidad la vida resulta bastante diferente a como la soñamos. Ésta, pensándolo bien no es una “autopista” lisa y recta, sino un camino roto y sinuoso, en el que todos inevitablemente tarde o temprano nos encontraremos con problemas similares que nos aparecerán para fortalecer nuestra convicción y enriquecimiento, siendo inevitable que continuamente nos sintamos deprimidos. Es cierto que a través de nuestra existencia padecemos conflictos laborales, sufrimientos de pérdida de algún ser querido o alguna ruptura afectiva.
            Estas inseguridades nos pueden hacer perder oportunidades en nuestra vida personal y también en la sentimental, llevándonos a un estado, ante el cual, no podemos predecir, que futuro nos espera. Cuando emprendemos un proyecto sin meditar antes los pros y los contras, ni planificar, es posible que nos aparezcan las dudas y las preocupaciones. Nos hemos acostumbrado a soportar esa presión en la que nos vemos envueltos inevitablemente. Pero pensemos siempre, que esa situación nos aleja de nuestra paz interior y al mismo tiempo nos impide relacionarnos de forma abierta y receptiva con todo lo que nos rodea. Al hombre se le puede arrebatar todo, salvo una cosa: “su libertad humana”, es decir;  la elección de esa actitud personal con la cual debemos adoptar frente al destino, para decidir nuestro propio camino.
              Comprendo que es una situación delicada, sobre todo para el que lo padece, debido a que a veces resulta difícil aparcar esa angustia, la cual genera en mi vida tal incertidumbre, que en muchos momentos, no sé qué pensar, ni cómo debo actuar, ante este desbarajuste universal.

 Meditación: Hay heridas que nunca se ven en el cuerpo, pero son más profundas y dolorosas que cualquier atisbo de sangre.

 

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