domingo, 25 de enero de 2015

A veces: ¿por qué no tenemos ganas?

             No es frecuente aceptarlo, pero  es cierto que nos sucede, ¿no? Sí, resulta comprometido definirse, pero no por eso debemos reconocerlo. Falta de motivación, rutina, ansiedad, estrés, presiones laborales… El sexo no siempre se apetece, y las causas son a menudo físicas. Esas faltas de deseo sexual, deben cuidarse y tratarse.
              Ese deseo es una de las cosas más frágiles del mundo, y cualquier situación en la vida diaria de una persona, puede alterarlo. Debemos reconocer que no es una necesidad fisiológica básica, por lo tanto podemos prescindir de él en cualquier momento. En estos casos, habría que analizar cómo es la vida de esa persona, cómo era antes y además es imprescindible ver cómo lo afronta, y con todo esto analizar qué  puede estar afectando a ese deseo.
               En la mayoría de los casos suele haber un factor fundamental. ¡La confianza! Y es que no todo el mundo es igual, y las relaciones, con el tiempo, suelen derivar en monotonía, rutina y hastío. Por ello, ante un caso de deseo sexual, la pareja es clave para solucionar el problema. Si lo pensamos con sinceridad: “el varón acaba viendo el acto sexual como un aburrimiento, la mujer, con un desinterés absoluto” Por eso es fundamentalmente aconsejable que se hable y se analice el problema con tranquilidad.
              También ciertas situaciones no sexuales influyen sobre el placer, como anteriormente apuntaba: el estrés motivado por el trabajo, los problemas familiares y los económicos, las enfermedades o los conflictos emocionales. Todos crean tensiones con efectos adversos para la sexualidad. Así mismo, las dificultades en la comunicación de pareja o la persistencia de desacuerdos no resueltos, acaban por incidir en el aspecto sexual. La sexualidad funciona como un barómetro que señala el buen o mal estado de la pareja mediante la presencia o la ausencia de dicha actividad.       
               Muchos pensamos que somos los causantes; o sea que no somos lo suficientemente atrayentes, lo que enraíza aún más el problema. Sin embargo tenemos que reconocer que la mayoría de las veces somos la causa de la solución. Por tanto no deberíamos en ningún caso presionar a nuestra compañera o compañero, pues éstos se tensarían, consiguiendo justo el efecto opuesto. En muchos casos, los hombres no sabemos apoyar correctamente a nuestra pareja, en casos así; hay que escoger un buen momento, tener paciencia y no  ir directamente “a la resolución del acto”.
                El deseo sexual no debe subestimarse ni exagerarse, ya que es posible recuperarlo tras un periodo de tratamiento. Lo que sí se ha demostrado, que no existe tanta diferencia en función de la edad de las mujeres, y atañe cada vez más a chicas jóvenes que han experimentado una maternidad reciente. En cualquier caso, ese deseo debe cuidarse. Ninguna pareja debería privarse de él. Puesto que un buen día, “volverá a llamar a nuestra puerta”

 Meditación: El amor es la respuesta, pero mientras usted lo espera, el sexo le plantea unas cuantas preguntas.

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